Ilustración: Dante Aguilera para GIJN
“Apenas estamos calentando motores”: ¿Qué sigue para el periodismo de investigación en América Latina?
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Hacer periodismo de investigación nunca ha sido fácil en América Latina. Desde informar bajo regímenes autoritarios hasta enfrentar importantes riesgos de seguridad en una región que tiene el desafío adicional de la impunidad, y desde las dificultades de informar en medio de dificultades financieras hasta manejar la reacción violenta que conlleva exponer actos de corrupción: las circunstancias que enfrentan los periodistas latinoamericanos son desafiantes.
En Perú, por ejemplo, uno de los periodistas de investigación más destacados del país, Gustavo Gorriti, está luchando contra una campaña de intimidación que, según él, se presentó como represalia por las incesantes investigaciones de su medio sobre la historia de corrupción de Odebrecht. En Guatemala, el veterano reportero y editor de El Periódico, José Rubén Zamora ha pasado casi dos años encerrado en una celda por cargos que, según grupos de libertad de prensa, tienen motivaciones políticas. A finales del año pasado, la periodista brasileña Schirlei Alves fue condenada a un año de prisión y ordenada a pagar más de US$80,000 por difamación después de publicar un informe sobre la humillación sufrida por una mujer durante un juicio por violación. En Venezuela y Nicaragua, los medios de comunicación independientes enfrentan censura y muchos reporteros trabajan desde el exilio. México es uno de los países más mortíferos para los periodistas, con numerosos asesinatos o desapariciones cada año.
Pero a pesar de los desafíos que se han enfrentado desde hace décadas, los reporteros de toda la región continúan haciendo oír su voz y arrojando luz sobre temas críticos, con proyectos de investigación que hacen lo que los reporteros aquí hacen mejor: “revelar las terribles verdades ocultas por el poder económico y político”, como dice Camilo Amaya, director ejecutivo de la asociación colombiana Consejo de Redacción.
Algunos ejemplos de los proyectos vibrantes y diversos que se han producido recientemente incluyen: el trabajo exhaustivo de Quinto Elemento Lab sobre cómo la crisis de las personas desaparecidas en México desafía las narrativas oficiales, el enfoque innovador con el cual El Surtidor expuso el impacto de la crisis climática en la salud de los trabajadores; un documental de Armando.info coproducido con PBS Frontline sobre un escándalo de corrupción que afecta tanto a Venezuela como a Estados Unidos; y el trabajo del Centro Latinoamericano de Periodismo de Investigación (El CLIP) con la investigación Mercenarios digitales, que arroja luz sobre el oscuro mundo de los consultores políticos y su papel en las campañas de desinformación.
En COLPIN, la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación, el año pasado se otorgó el premio Javier Valdez a tres investigaciones, incluyendo un análisis forense de la violencia por parte de las fuerzas de seguridad en Perú por IDL-Reporteros, una investigación sobre cómo las pandillas han infiltrado las prisiones venezolanas por Runrun.es y Connectas, y una investigación sobre la muerte de niños indígenas Yanomami en Brasil por Sumaúma.
Proyectos como estos revelan la adaptabilidad y valentía de periodistas de toda América Latina. Para celebrar estos logros, desde GIJN organizamos una semana con un enfoque regional. Esta es la primera vez que todo nuestro contenido global contará las historias de los reporteros de una región en particular, profundizando en investigaciones destacadas y detallando cómo los medios siguen innovando a pesar de los desafíos específicos a los que se enfrentan.
Pero primero, encuestamos a nuestros miembros para preguntarles qué define al periodismo de investigación latinoamericano, cuáles son sus fortalezas y hacia dónde seguirá su camino, para tomar el pulso a la labor de las organizaciones miembro de GIJN en la región, desde México hasta Brasil, pasando por Costa Rica hasta Chile.
GIJN cuenta con más de 25 organizaciones con membresía activa en América Latina. Les preguntamos qué define al periodismo de investigación en la región, cuáles son sus fortalezas, obstáculos y hacia dónde se dirige.
¿Qué hace que el periodismo de investigación en América Latina sea único?
Editores y reporteros nos dijeron que el periodismo de investigación en América Latina está impulsado por un compromiso con la verdad, la rendición de cuentas y la búsqueda de la justicia, pero que la colaboración también está en el centro del trabajo.
Para Armando.info –un medio de investigación en el que algunos de sus reporteros se vieron obligados a abandonar Venezuela, pero que continúan informando desde el exilio– las cosas que definen el periodismo de investigación en todo el continente son, en palabras del codirector Ewald Scharfenberg, “coraje, valentía y perseverancia”.
Teresa Mioli, del LatAm Journalism Review del Centro Knight para el Periodismo en las Américas, dice que los mismos desafíos que enfrentan los reporteros en la región han dado al periodismo de investigación latinoamericano las características que lo definen.
“Donde hay corrupción y abuso, los periodistas de investigación latinoamericanos han respondido”, señala Mioli. “Cuando los gobiernos se han apoderado de las publicaciones, se han bloqueado sitios web dentro de los países, se ha asesinado y atacado a periodistas o se ha reprimido el periodismo, las voces independientes han respondido en la región con periodismo de investigación para descubrir quién intenta mantenerlos callados e impedir que la verdad salga a la luz. De esa manera, la represión en realidad ha fortalecido las prácticas de investigación”.
Mioli da como ejemplo el Proyecto Miroslava en México o el Programa Tim Lopes de Abraji en Brasil, los cuales “surgieron en respuesta al asesinato de colegas”.
Jazmín Acuña, de El Surtidor en Paraguay, coincide: “He visto el mejor periodismo de investigación desarrollarse a pesar del asedio del poder político en contextos de captura mediática y concentración del poder económico; periodistas y medios que experimentan amenazas que intentan influenciar su trabajo y que responden con más y mejor periodismo; redacciones que se relocalizaron pero que desde el exilio siguen contando las historias que otros preferirían ocultar; y colaboraciones radicales entre medios de todo el continente, con esa generosidad que nos caracteriza, en las que se expone al crimen organizado, a los paraísos fiscales, a los desinformantes y mercenarios que buscan corromper nuestras ya frágiles democracias”.
Algunos de nuestros miembros miraron al pasado para explicar cómo la historia ha dado forma a los tipos de periodismo que han surgido a nivel regional y los mecanismos de defensa de los reporteros.
La cofundadora de Quinto Elemento Lab, Alejandra Xanic, radicada en México, dijo que la misma batalla por poder contar la historia ayuda a los periodistas de investigación a fortalecer su determinación, dotándolos de cierta “terquedad” para realizar investigaciones incluso cuando todo parece ir en su contra.
“Por mucho tiempo trabajamos sin tener lo que en muchas otras regiones tenían por un hecho: acceso a la información pública y entidades haciendo disponibles enormes colecciones de datos y documentos. Supimos trabajar sin acceso a expedientes judiciales, información legislativa transparente, información corporativa etc. Nada estuvo disponible por décadas. El cambio en esta ola de la transparencia potenció nuestras capacidades. Pero teníamos ya un buen músculo para reportear aún sin esas herramientas”, afirma Xanic.
Otros señalaron la turbulencia política por la que han pasado muchos países como una característica definitoria y algo que ha moldeado la actitud de los periodistas actuales.
“La memoria de las dictaduras en el continente, como el horror del plan Cóndor y los conflictos armados en Colombia y Centroamérica del último siglo, que costaron la vida de miles de personas, dieron un carácter distintivo al periodismo de investigación en América Latina”, explica Jazmín Acuña de El Surtidor. “Los periodistas latinoamericanos sabemos que hoy podemos contar una historia, pero nunca damos por sentado que amaneceremos con esa libertad”.
Colaborar con socios, traspasar fronteras
La colaboración parece haber llegado con relativa facilidad a América Latina, donde se ha utilizado como herramienta para ampliar las investigaciones, crear conexiones y abordar cuestiones como la corrupción que no se limitan a un solo país. Enormes colaboraciones de investigación en casos como Lava Jato, que exploraron casos de corrupción, incluida una extensa red de sobornos centrada en un brasileño gigante de la construcción, cruzaron varias fronteras. El año pasado, una de las más destacadas colaboraciones transfronterizas fue NarcoFiles.
«Nos dimos cuenta de que los temas transnacionales no podían ser cubiertos por reporteros individuales o por medios de comunicación nacionales, por lo que las alianzas fueron una respuesta natural para mejorar nuestro alcance», dice el editor de comunidades del CLIP, José Luis Peñarredonda.
Xanic dice que los periodistas de la región saben cómo colaborar: “La falta de recursos ha hecho que esto suceda de forma muy natural, especialmente entre los medios locales, las organizaciones sin fines de lucro y los pequeños medios digitales independientes”.
En Brasil, se convocó una investigación colaborativa internacional que involucró a más de 50 periodistas de 10 países para investigar las relaciones entre el gobierno local y las personas sospechosas de asesinar al periodista británico Dom Phillips y al activista indígena Bruno Pereira en la región amazónica en 2022. “Informamos en el Amazonas, en la escena del crimen, y trajimos las voces de los indígenas que han estado sufriendo la opresión que Dom y Bruno denunciarían”, dice Tatiana Farah, la gerente de comunicaciones de Abraji de Brasil.
En Periodistas de a Pie de México, el equipo agradece el “legado de periodistas destacados que supieron construir conocimiento colaborativo”. En Perú, Adriana León, del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), atribuye a reuniones internacionales como COLPIN, En Perú, Adriana León, del Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), atribuye a reuniones internacionales como COLPIN, la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación, el impulso del trabajo colaborativo entre periodistas de diferentes países.
“En conferencias, seminarios web y pequeñas reuniones, los periodistas de la región han señalado la importancia de una colaboración que cruce fronteras y océanos”, coincide Mioli. “Los grandes temas de investigación en América Latina (corrupción gubernamental, delitos financieros, destrucción ambiental) no están relegados a un solo país o región”.
Las principales preocupaciones: ataques legales, seguridad y problemas financieros
Los desafíos que enfrentan los medios investigativos en la región son múltiples, pero muchos de nuestros miembros destacaron los mismos riesgos: sostenibilidad financiera y acoso judicial.
Consejo de Redacción, de Colombia, señaló las amenazas y la violencia que muchos reporteros de la región enfrentan regularmente al realizar su trabajo. Los colegas en México también señalan la amenaza que representa la expansión del crimen organizado.
“El hacer periodismo de investigación en América Latina resulta muy arriesgado”, dice Adriana León de IPYS. “Los ataques contra periodistas –amenazas, asesinatos, acoso judicial, entre otros– son uno de los principales problemas que enfrenta la prensa en la región”.
Los casos legales iniciados por quienes están en el poder también son un problema inminente.
“El periodismo de investigación requiere tiempo, recursos y respaldo de los líderes de los medios para poder desarrollarse. Si alguna de estas cosas escasea, los periodistas no pueden hacer bien su trabajo”, dice la reportera paraguaya Jazmín Acuña. “El segundo desafío es la instrumentalización de la justicia y la ley para perseguir y silenciar a los periodistas, lo que se conoce como ‘lawfare’ en inglés. Quienes están en el poder y son objeto de escrutinio por parte de los periodistas inician procesos por difamación, calumnia y otros procesos judiciales sin fundamentos sólidos, iniciados con el objetivo de censurar y castigar”.
Por último, el CLIP y Connectas señalan un tema que surge en una de nuestras historias de esta semana: una regresión en términos de la capacidad de los periodistas para acceder a la información en muchos países. “Otro desafío es cómo superar la opacidad en la mayoría de los países latinoamericanos”, dice Carlos Huertas, director de Connectas. “Vemos un patrón general de cierre del acceso a fuentes de información, especialmente fuentes oficiales, lo que hace muy difícil encontrar historias que revelan problemas estructurales.”
¿Hacia dónde irá el periodismo de investigación en la región?
Según organizaciones de la región, el futuro traerá más proyectos de investigación transnacionales. Esta respuesta es natural en una región donde la corrupción gubernamental, los delitos financieros y la destrucción ambiental trascienden las fronteras y requieren un esfuerzo colectivo.
Scharfenberg de Armando.info visualiza “una colaboración más profunda y regular en proyectos de investigación transnacionales”, mientras que Mioli de LatAm Journalism Review ve un camino en el que haya aún “más colaboración entre colegas de las Américas, pero también con colegas de Asia, Europa y África.”
En Periodistas de a Pie, el equipo visualiza un futuro donde las historias locales tengan un impacto regional significativo y donde la colaboración con la audiencia permita que las publicaciones tengan una “conexión más intensa” con sus lectores.
Otros también esperan que el periodismo de investigación en América Latina continúe innovando mediante el uso de nuevas plataformas y narrativas para conectar mejor con las audiencias, involucrarse de manera más efectiva con los lectores y fomentar una conexión más profunda con el público.
“Todavía tenemos mucho que investigar juntos. Sólo estamos calentando nuestros motores” — Alejandra Xanic de Quinto Elemento Lab, México
«El periodismo de investigación tiene que encontrar su lugar en el nuevo entorno mediático», dice Amaya, de Consejo de Redacción. “También tiene que encontrar formas de participar en proyectos transnacionales colaborativos cuando peligros inminentes amenazan a toda la región en términos de medio ambiente, flujos dudosos de dinero y la difusión de desinformación”.
Sobre tecnología y formación, León del IPYS apunta a una mayor profesionalización que permitirá a los periodistas seguir investigando lo que los poderosos quieren ocultar. Peñarredonda del CLIP prevé que la tecnología y las herramientas de inteligencia artificial marcarán una nueva era de periodismo de investigación, donde el expertise en tecnología ayudará a los periodistas a responsabilizar a entidades poderosas.
“Los periodistas de investigación utilizamos y desarrollamos cada vez más tecnología y herramientas de inteligencia artificial para mejorar nuestra productividad, aprovechar nuevas fuentes de información y hacer nuestro trabajo de forma segura”, explica. “A medida que la tecnología se convierta en una fuerza más influyente en nuestras sociedades, mejoraremos nuestra comprensión de cómo funciona, cómo interactúa con otros poderes y qué podemos (y debemos) hacer para que sus creadores, vendedores y comerciantes rindan cuentas”.
Muchos tienen la esperanza de que lo mejor está por llegar. Xanic de México dice que los periodistas de la región “todavía tenemos mucho que investigar juntos. Apenas estamos calentando nuestros motores”. Acuña, de El Surtidor está de acuerdo: «No sé adónde irá, pero no puedo esperar a ver qué nos traerá».
Andrea Arzaba es la editora en español de GIJN y directora del proyecto Amenazas Digitales. Como periodista, ha documentado diversas historias de personas en América Latina y las comunidades latinas en los Estados Unidos. Tiene una maestría en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown. Su trabajo ha aparecido en la revista Proceso, National Geographic Traveler, Animal Político, Palabra y 100 Reporters, entre otros medios de comunicación.
Ana Beatriz Assam es la editora en portugués de GIJN y una periodista brasileña. Ha trabajado como reportera freelance para el periódico O Estado de São Paulo, cubriendo principalmente historias de periodismo de datos. También trabaja para la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji) como asistente de coordinación de cursos de periodismo.