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Vacunagate: cómo investigaron un programa secreto de vacunación anticovid para las élites en Perú

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Vacunagate Perú

El portal Salud con Lupa, de Perú, creó una gráfica interactiva con las conexiones entre los 487 individuos más influyentes a quienes vacunaron contra el COVID-19, en el escándalo Vacunagate de Perú. Imagen: Cortesía de Salud con Lupa.

¿Qué puede corromper a los líderes, además del dinero? Medicinas de difícil acceso que salvan vidas. Dos medios de Sudamérica realizaron una reciente investigación sobre la distribución secreta de vacunas contra el COVID-19 y la corrupción relacionada a las vacunas en el Perú y descubrieron varios actos de abuso de poder.

Sus reportajes despiertan preguntas que pueden hacerse las salas de redacción de otros países: ¿los funcionarios de sus gobiernos también aceptaron inoculaciones secretas, antes de que finalizaran los acuerdos?, ¿el temor de que sus familias se contagiaran del COVID-19 hizo que funcionarios se expusieran a nuevas formas de corrupción?

En Perú, varios ministros del gabinete y otros funcionarios renunciaron en febrero, a causa del escándalo “Vacunagate”. En total, 487 personas influyentes –entre ellas, el presidente Martín Vizcarra, líderes de la academia, empresarios y familiares de esas élites– se vacunaron en secreto, cuando aún se hacían las pruebas médicas, y meses antes de que cualquier vacuna aprobada estuviese disponible para el público.

En una serie de más de 20 historias, los reporteros de Salud con Lupa –un medio de investigación de Perú que es miembro de GIJN– reveló los detalles de lo que llaman “diplomacia de vacunas”. La empresa estatal china Sinopharm envió 3.200 “dosis de cortesía” a Perú, junto con las dosis oficiales para la fase clínica número 3. Muchas de las dosis extras quedaron a disposición de personas que, más adelante, estarían involucradas en contratos que aprobaban la vacuna para el público.

El equipo del reportaje construyó una base de datos para esos 487 individuos y publicó una plataforma interactiva y a profundidad, que reveló las relaciones entre los beneficiarios secretos.

Fabiola Torres, editora y fundadora de Salud con Lupa, dijo que la investigación descubrió que 40 personas influyentes rechazaron la oferta de vacunaciones secretas, por ética o inquietudes sobre cuán seguro era. Todos los que la recibieron mantuvieron silencio sobre sus inoculaciones clandestinas y algunos funcionarios mintieron al público. Salud con Lupa informó que la Ministra de Salud de Perú,  Pilar Mazzetti, dijo que sería “la última” de su sector en ser vacunada. Incluso, añadió: “el capitán es el último que abandona el barco”, pero ya se había vacunado en secreto hacía semanas.

“Pienso que con la pandemia algunas personas poderosas entraron en pánico y pensaron: ‘necesito estar a salvo, toda mi familia debe estar a salvo, no importa si no es ético'», afirmó Torres. “Esta es una nueva forma de corrupción, porque el valor más importante no era el dinero, eran las vacunas, y la certeza de estar a salvo. Las compañías ofrecieron vacunas de cortesía para ayudarles a negociar con el gobierno”.

Ella dice que el equipo ahora investiga lo que llaman «Vacunagate Segunda Parte», con evidencia que beneficiarios secretos, de nuevo, se han saltado la cola, y han recibido su tercera e incluso cuarta dosis de inoculación, incluso de farmacéuticas occidentales.

Torres describió la investigación de su sala de redacción en un seminario web de GIJN, dictado en español.

Cómo encontrar dosis extras

Ojo Público, otro medio investigativo peruano y miembro de GIJN, trató de averiguar si las dosis secretas y extras también se ofrecían o mandaban a otros países de América Latina. Su investigación halló que al menos 13.500 dosis de más se enviaron a Chile, Perú y Argentina, por parte de tres fabricantes chinos de vacunas, además de las 24.000 que requerían los voluntarios de las pruebas para la aprobación de las vacunas en esos países. También reveló que la farmacéutica CanSino envió un número aún desconocido de dosis de cortesía a México.

El equipo resaltó que 13.500 dosis extras representan una adición de 55 % a las dosis que se necesitan para investigación, en comparación con los pequeños porcentajes extra que generalmente se ven en las pruebas clínicas.

Vacunagate Perú

Ojo Público halló que miles de dosis extras e irregulares se enviaron a tres países de América Latina, y que una cantidad desconocida de dosis extra se enviaron a México. Gráfica: Cortesía de Ojo Público.

Ojo Público señaló: “la oferta de vacunas irregulares a funcionarios públicos y celebridades ocurrió en el marco de la negociación de los gobiernos de América Latina con estas compañías farmacéuticas”.

Ernesto Cabral, periodista de investigación de Ojo Público, comentó que el equipo cayó en cuenta de que era importante mostrar la proporción entre las dosis de cortesía y las dosis de prueba clínica oficiales. De esta forma, la audiencia podía comprender la enorme diferencia entre las vacunas extras normales y los esfuerzos irregulares de diplomacia de vacunas.

“Cuando las compañías envían vacunas extras [por encima de la cantidad para las pruebas clínicas], normalmente se trata de dos o tres por ciento”, explica. “Sin embargo, en Argentina, la cantidad extra de una sola compañía era de aproximadamente 70%, y en el caso de Sinovac en Chile era de 171%. ¿Para qué son? No puedes usar esas dosis extras en un programa posterior de vacunación”.

Cabral explicó los pasos que tomó Ojo Público para exponer la práctica y añadió consejos para reporteros de otros países.

  • Usando la herramienta Covid19.trackvaccines.org, hizo un mapa inicial del panorama de las pruebas de vacunas, rastreó las cronologías de las pruebas clínicas y la aprobación de las vacunas en cada país de América Latina.
  • Revisó los registros de aduana y conjuntos de datos sobre importaciones reportadas para cada país. “Por ejemplo, Chile tiene un conjunto de datos público muy bueno de importaciones. Perú también tiene uno decente”, dijo Cabral.
  • Usó herramientas como Panjiva e Import Genius para rastrear cargamentos físicos.
  • Asignó entrevistas clave a colaboradores, para que llamaran desde un país a otro. Como parte de una estrategia deliberada, Cabral llamó desde Perú a las autoridades en Chile, su colega en Chile llamó a las autoridades en Argentina, y su socio de reportaje en Argentina llamó a las autoridades en México. “No sé por qué, pero hallamos que, por lo menos en América Latina, las autoridades están más dispuestas a hablarles a los periodistas extranjeros”, dijo Cabral.
  • Utilizó redes sociales, como LinkedIn, para identificar a los líderes y principales investigadores de las pruebas clínicas.
  • Usó solicitudes de acceso a la información para obtener registros ejecutivos y cadenas de email sobre visitas a presidentes y ministros, durante el periodo de pruebas clínicas, en especial las visitas de funcionarios de la embajada de China.
  • Compartió y organizó datos de dosis en Google Sheets y utilizó Signal cuando compartían información sensible.

En una historia de su exitosa serie, Ojo Público halló lo que Cabral llama “una importante pieza del rompecabezas”, gracias a que la Corte de Transparencia y Acceso a la Información Pública para la Oficina Presidencial de Perú ordenó la entrega de los registros públicos de emails relacionados con las visitas del presidente Vizcarra. Los emails revelaron que Vizcarra tuvo una reunión con diplomáticos chinos sobre las vacunas, en el lapso entre recibir la primera y la segunda dosis de las vacunas hechas por la empresa estatal china. También revelaron que las vacunaciones secretas, hechas a las 9:37 a.m. el 2 de octubre y a las 2:34 p.m. el 29 de octubre, se registraron como “reuniones de negocios”.

Cabral recomienda que los reporteros en otros países donde hubo pruebas de vacunas examinen los registros de las visitas a jefes de Estado y otros tomadores de decisiones, en especial por parte de diplomáticos chinos, mientras transcurrieron esas pruebas.

“Busquen en el registro de visitantes de su autoridad ejecutiva, para saber si la persona a cargo de la prueba clínica visitó a altas autoridades durante las pruebas”, dijo. “Hallamos que era una política de las farmacéuticas chinas obtener estas vacunas para nuestras élites, y así recibir una ventaja cuando negociaran la compra de estas vacunas. Probablemente sucedió algo parecido en otras partes del mundo, y no solo con farmacéuticas chinas”.

Una cascada de conflictos de interés

Torres comentó que Salud con Lupa, al ser una plataforma sobre salud pública, tenía una cierta ventaja al cubrir el escándalo de Vacunagate, pues sus reporteros entendían cómo funcionaban las pruebas, y tenían fuentes fieles en temas de salud. Sin embargo, también dijo que enfrentó un dilema: muchas de esas fuentes, entre ellas doctores y profesores de universidad, estaban en la lista de los 487 que habían recibido la vacuna y hacían parte del escándalo.

“Fue muy difícil, porque muchas de nuestras fuentes estaban involucradas en ello. Eran relaciones que habíamos desarrollado con el tiempo y debimos ser sinceros con nuestra comunidad. Decirles que esto no estaba bien y no era un comportamiento ético”, afirmó. “De ahí que escribimos una historia sobre cómo reconstruir nuestra comunidad científica”.

Torres dijo que durante la pandemia los periodistas de investigación deben ampliar su enfoque sobre la corrupción. Ir más allá de encubrir un mal comportamiento. Hay que incluir el miedo por la seguridad de la familia.

Aseguró que un aspecto incómodo del escándalo de distribución de vacunas en Perú fue la percepción temprana, incluso entre los beneficiarios clandestinos, de que los profundos conflictos de interés involucrados eran normales, aceptables y hasta razonables.

“¿Por qué Salud con Lupa publicó más de 20 historias al respecto? Porque prestamos atención y vimos que se estaban normalizando los conflictos de interés”, explicó Torres.

A su juicio, algunos funcionarios sinceramente pensaban que habían hecho algo bueno al aceptar vacunas secretas antes de hacer parte de las decisiones sobre el programa público de vacunación. Vizcarra dijo sentir solidaridad con los valientes voluntarios que, a diferencia del presidente, no sabían si habían recibido una vacuna o un placebo.

Lo más llamativo en este aspecto fue la información que recibió Salud con Lupa el 16 de febrero, que reveló que el gerente de la compañía contratada para monitorear las pruebas de Sinopharm había recibido una vacuna de cortesía en secreto y, un día después, se unió “sin remordimientos” a un comité del gobierno para recomendar socios farmacéuticos para el naciente programa de vacunación de Perú. 

“Vimos estas cosas que eran increíbles, pero muchos pensaban ‘esto es normal”, comentó Torres. “Como periodistas tenemos que decir explícitamente que las dosis de cortesía no son normales. Está mal”.

Salud con Lupa también reveló que los resultados del escándalo llevaron a “abandonar” a 11.000 voluntarios de la prueba clínica, pues durante dos meses no se les informó si habían recibido un placebo o la vacuna. “Muchos de estos voluntarios son personas que trabajan en las primeras líneas, como médicos y enfermeras, y realmente necesitan saber qué tenían en sus cuerpos”, agregó Torres. 

Salud con Lupa publicó su serie de historias sobre el Vacunagate a mediados de febrero, basados en fuentes humanas y bases de datos de pruebas clínicas. También entrevistaron a reporteros de salud en China sobre las políticas de mercadeo de ciertas compañías farmacéuticas de ese país y hallaron que era una estrategia común negociar con dosis de cortesía cuando abren el mercado en un país.

El equipo de Salud con Lupa se enfocó en encontrar las conexiones entre los 487 beneficiarios secretos en Perú. El equipo de cinco personas organizó una base de datos, que rastreó la relación entre estas personas, y creó una visualización en capas que conectaba cada una de las instituciones, líneas de tiempo e individuos involucrados en el escándalo.

“En temas de salud es importante unir todos los puntos, y esto lo hicimos con nuestra base de datos”, explicó Torres. “Intentamos conectar la línea de las decisiones. Identificamos el rol que cada uno jugaba. Hallamos, por ejemplo, que muchos de los familiares de los beneficiarios también estaban conectados con la industria. Miramos puestos de trabajo pasados y pudimos ver muchas puertas giratorias y conflictos de interés”.

Torres mencionó que las investigaciones se hicieron mediante el reportaje clásico, con fuentes desarrolladas durante año y periodistas que ponían mucha atención a cada afirmación pública hecha por las personas nombradas en la saga.

«Pudimos hacer esto en dos o tres semanas porque fue como si una bomba estallara en nuestro vecindario», dijo Torres. «Los conocíamos a todos».

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Rowan Philp es un periodista que trabaja para GIJN. Rowan fue el reportero principal para el Sunday Times de Sudáfrica. Como corresponsal extranjero, hizo reportajes de noticias, política, corrupción y conflicto en más de dos docenas de países del mundo.

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