Investigar crímenes de guerra: autocuidado y sucesos traumáticos
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Investigar crímenes de guerra: autocuidado y sucesos traumáticos
Lo último que quieren los criminales de guerra es que los periodistas cuiden de sí mismos. Es mucho mejor para ellos que los persigan investigadores emocionalmente abrumados, agotados, descuidados en sus registros y que pierdan de vista la importancia de su trabajo.
Ser resiliente no consiste en no verse afectado por la angustia, sino en saber cómo lidiar con ella.
Cuidar sistemáticamente de uno mismo y animar a colegas a hacer lo mismo forma parte de la lucha contra la crueldad humana.
Trauma indirecto
A veces los riesgos provienen de estar en lugares donde se desarrolla la violencia. Pero lo más frecuente es que los problemas surjan por vías indirectas, que implican la inmersión repetida en hechos traumáticos. Entre ellas se incluyen:
- Relación estrecha con fuentes expuestas al trauma (entrevistas).
- Visualización de imágenes explícitas de violencia.
- Procesamiento de testimonios perturbadores (transcripciones y grabaciones directas).
Con el trauma indirecto, no es necesario ser el objetivo directo del abuso o la violencia para verse afectado por ellos. (Los ataques de troleo y otras comunicaciones amenazantes son problemas distintos pero relacionados).
Reacciones y respuestas
Comenzamos con buenas noticias. Hay ciertas características inherentes protectoras al trabajo de un periodista. Tener un fuerte sentido de una misión personal, el desapego profesional, saber ver los problemas desde diferentes perspectivas y trabajar en equipos que brindan apoyo, son todos elementos que contribuyen a la resiliencia personal del periodista.
No obstante, los siguientes aspectos negativos pueden ir de la mano con los altos niveles de exposición al trauma indirecto:
- Dificultades para concentrarse
- Irritabilidad
- Alteraciones fisiológicas (tensión muscular, problemas de sueño y digestión, inmunidad disminuida, entre otros)
- Estado de ánimo decaído con una mayor predisposición al pensamiento negativo
- Temas laborales que se van filtran en la vida personal y visión del mundo
- Dificultad para confiar en los demás y conectar con ellos
- Culpabilidad o vergüenza
- Agotamiento profundo
Contrario a la creencia popular, este tipo de reacciones angustiosas no implican por sí solas que alguien tenga algún tipo de lesión emocional a largo plazo.
Todos los problemas mencionados son naturales (aunque indeseables y desagradables) y derivan de reacciones esenciales de supervivencia que se producen cuando nuestro cuerpo anticipa la posibilidad de violencia.
Por lo general, las complicadas reacciones al trauma se resuelven de forma natural, una vez apartada la exposición a la amenaza (que podría ser un gran volumen de material perturbador) y cuando la conexión entre mente y cuerpo tiene el sosiego que necesita para relajarse y volver a un nivel de estímulo más bajo. Esto puede tomar días o varias semanas.
Es importante tener en cuenta que durante una crisis en curso -como vivir y trabajar en una zona de guerra- es probable que las reacciones se mantengan exacerbadas durante más tiempo, mientras el conflicto continúe o si se ven recordatorios constantes del conflicto cuando ya ha terminado.
Tomando como ejemplo la actual situación de agresión bélica de Rusia en Ucrania, un periodista que haya estado informando desde las primeras líneas del conflicto puede sentir que su carga de estrés se reduce tras regresar a una zona más segura del país. Pero es poco probable que vuelva a los mismos niveles que en los tiempos de paz mientras la guerra continúe.
Sólo porque resulte natural y sea de esperarse cierto nivel de impacto, no significa que no necesite de atención y gestionarse de forma activa. Las reacciones enumeradas anteriormente interfieren con el trabajo y la vida y, si se ignoran, pueden provocar dificultades persistentes.
Las primeras cosas que marcan la diferencia aquí son estar consciente (es decir educación psicológica o comprensión de lo que ocurre), el apoyo social y el autocuidado.
En algunas situaciones, puede plantearse la cuestión de buscar o no apoyo clínico externo. Algunos periodistas encuentran útil la psicoterapia para cuestiones personales o laborales. El punto a partir del cual buscar ayuda externa se vuelve recomendable (en lugar de opcional) depende del contexto.
En una situación de guerra, como ya comentamos, es probable que los niveles de reacción sean más elevados de lo habitual, y no son infrecuentes los periodos en los que se vive al límite, sintiéndose anestesiado ante las cosas, etc. Se recomienda un apoyo clínico individual cuando un periodista o un miembro del equipo esté en crisis y tenga problemas significativos para hacer frente a la vida cotidiana y gestionar tanto emociones como tareas sencillas. (Un enfoque llamado primeros auxilios psicológicos puede ser útil si estás en contacto con un colega que tiene dificultades).
La situación es distinta cuando la guerra ha terminado o el periodista ha abandonado la zona de conflicto y ha regresado a un país en paz. Si en ese momento persisten dificultades inusuales durante largos periodos de tiempo, y que además no responden al autocuidado –como pueden ser la tristeza abrumadora, la incapacidad de sentir o la ira persistente– bien podría significar que la ayuda de un terapeuta especializado sea algo a explorar. El agotamiento, la depresión y el trastorno de estrés postraumático (TEPT, o PTSD por sus siglas en inglés) son posibles consecuencias de una fuerte carga continua de exposición traumática indirecta.
La mayoría de las personas se recuperan de las experiencias traumáticas con el tiempo. No es que las pérdidas se olviden, sino que se vuelven más fáciles de manejar.
No existe una fórmula única para el bienestar y la salud mental. Si tienes dificultades y te preocupa cómo las estás afrontando, es importante que busques ayuda.
Sentir el dolor ajeno
Algunos periodistas descartan el impacto personal porque les parece trivial en comparación con lo que están padeciendo sus fuentes. Es comprensible, pero es un error fundamental de interpretación de lo que está en juego.
Una entrevista eficaz depende de la empatía: la capacidad de ver las cosas desde la perspectiva de otros. Sentir las emociones de otra persona de esa forma también abre la posibilidad de que aspectos de esas preocupaciones puedan volver en sentido inverso, a través del puente de la conexión compartida. Un periodista puede empezar a asumir parte de la impotencia, la culpa o la vergüenza de sus entrevistados, sin ser plenamente consciente de ello.
Con el tiempo, estos impactos graduales pueden acumularse. Una consecuencia potencial es desanimarse y volverse intolerante con la angustia ajena, un problema evidente cuando se entrevista a personas vulnerables. Esto se nombra a veces fatiga por compasión, pero el término más adecuado sería fatiga por empatía.
Hay una cantidad finita de tiempo durante la cual se puede trabajar con imágenes traumáticas viscerales o viendo acontecimientos traumáticos en los zapatos de otra persona. La capacidad de tomar distancia es tan necesaria como la de poder conectar.
Cosas que ayudan
1. Vigilar los niveles de exposición
Piensa en la empatía como en un músculo: es esencial para un trabajo con sentido, pero sólo se fortalece mediante una recuperación adecuada. Dicho de otra forma, las investigaciones suelen ser más maratones que carreras.
Por tanto:
- Espacia las entrevistas. No concentres demasiadas en un solo periodo de tiempo.
- Trabaja con el peor material cuando te sientas más fresco: es más difícil lograr contener la angustia cuando se está cansado.
- Evita exposiciones repetidas e innecesarias. Una guía del Centro Dart contiene tácticas específicas para trabajar con imágenes traumáticas que también pueden aplicarse al trabajo con relatos escritos.
- Haz pausas frecuentes. De vez en cuando, intenta cambiar tu perspectiva hacia aspectos menos cargados de la historia o asuntos no relacionados. (Si estás en una silla, lo mejor es que te levantes y te muevas).
- Pasa tiempo alejado de los dispositivos. No estés «conectado» 24 horas al día, 7 días a la semana: los profesionales de los medios de comunicación están muy expuestos a las noticias durante las horas de trabajo. Los recordatorios del trabajo pueden aumentar los niveles de estrés de fondo y causar estragos en el sueño.
2. Conócete
Cada uno de nosotros tiene un síntoma revelador de que se está agotando. Puede ser tensión muscular, dolor de garganta, irritabilidad inusual o ataques repentinos de autocrítica. Sea cual sea el tuyo, es una señal de que necesitas hacer algo que te resulte reparador.
Un periodista descansado es un periodista eficaz.
3. Apunta a la tolerancia en vez de la eliminación de la angustia
Puede sonar contradictorio, pero gestionar la angustia no consiste en intentar desterrar los pensamientos y sentimientos incómodos. Eso no es realista en la vida cotidiana, y mucho menos cuando se investigan crímenes de guerra.
En lugar de eso, hay que tratar de bajar el volumen de esos pensamientos y sentimientos, para que tengan menos poder de marginar los aspectos positivos que persisten en la vida. Identificar lo que está ocurriendo puede ayudar a relajar la angustia y abrir un espacio para una mayor sensación de control. Luchar contra el malestar puede intensificarlo.
4. Cumplir con el autocuidado
Todos tenemos una idea bastante clara de lo que nos permite recargar nuestras baterías internas. El reto es hacerlo con regularidad, especialmente en medio de proyectos urgentes y absorbentes.
Ten en cuenta que un gran volumen de contenidos negativos puede marginar formas de pensar más positivas, intensificando la tendencia al trabajo en exceso y dificultando la conexión con actividades reparadoras.
Construir pequeños rituales puede ayudar. Piensa en cosas pequeñas y sencillas de cumplir: 10 minutos de ejercicio al día serán más valiosos que dos horas cada quince días.
También puede resultarte útil llevar una lista personal. El esquema a continuación utiliza el sencillo recurso Cuerpo-Mente-Espíritu para crear una lista de tres preguntas a las que puedes volver con regularidad (todos los días, si resulta útil).
Cuerpo: ¿Cómo cuido mi bienestar físico?
Empieza por aquí. El cuerpo es donde se origina la tensión. El ejercicio, una hidratación adecuada, una dieta nutritiva y un sueño de calidad ayudan a reducir el estrés. Ten en cuenta:
- Incluso el ejercicio ligero (estirarse, caminar, bailar, etc.) puede ayudar a cambiar el estado de ánimo y restablecer el equilibrio.
- Considera la posibilidad de aprender una técnica rápida de regulación del estrés, como la respiración diafragmática profunda o la relajación muscular progresiva. (Éstas ahora se enseñan de forma rutinaria a soldados y trabajadores de emergencias que operan en entornos de mucho estrés).
- Dormir es importante. Quizá quieras buscar en Google «higiene del sueño». (Lamentablemente, el alcohol no ayuda a dormir: perjudica la calidad del sueño incluso en pequeñas cantidades).
Mente: ¿Cómo estoy enfocando las cosas en mi cabeza?
Los enfoques que aplicamos a los problemas a los que nos enfrentamos hacen la diferencia. Cuando se trabaja con traumas, es útil cultivar la capacidad de distanciarse de forma deliberada, de modo que uno esté mitad dentro y mitad fuera del material, y no enganchado a ideas fijas. (A algunas personas les ayuda la atención plena). Estas preguntas también pueden resultarte útiles:
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- ¿Estoy asumiendo más de lo que puedo lograr de forma realista?
- ¿Me estoy culpando de algo que en realidad está fuera de mi control?
- ¿Me estoy identificando con un colaborador de una manera inusualmente intensa?
Si la respuesta a cualquiera de estas tres preguntas es afirmativa, quizá te interese detenerte y analizar a qué se debe. Hablarlo con un amigo o un colega de confianza puede ayudarte. Es también el caso de los dilemas éticos o cuando te sientas atascado en el planteamiento de una historia. Los diarios y otras formas de escritura más creativas también pueden ayudar en este tipo de procesos.
Espíritu: ¿Qué estoy haciendo para conectar con cosas que se sienten más grandes que yo?
Espíritu, alma, trascendencia. No importa cómo se etiquete esta dimensión. Cuando se trabaja con el trauma, los horizontes a menudo se contraen, por lo que es fácil perder la conexión con otros aspectos profundos de nuestros valores y relaciones.
Este tercer nivel consiste en hacer cosas que nos mantengan conectados a las posibilidades y significados más amplios de la vida.
Numerosos estudios demuestran la resiliencia personal está estrechamente relacionada con el compromiso con las personas que nos importan, con el apego a valores, y con un sentido del propósito que va más allá de un estrecho sentido de nosotros mismos.
Para los periodistas, algunos de estos beneficios provienen del trabajo mismo, del compromiso con la misión periodística y la ética profesional. Pero eso se equilibra mejor con actividades fuera del trabajo. He aquí algunos ejemplos de actividades que ofrecen estos beneficios:
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- Pasar tiempo en la naturaleza
- Asistir a eventos que provoquen un sentimiento de asombro (conciertos, eventos deportivos, actos religiosos o espirituales, etc.).
- Creatividad (arte, música, jardinería, etc.)
- Practicar pequeños actos de amabilidad con extraños
- Obras de caridad y voluntariado
- Cultivar los vínculos personales y las amistades
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5. Abrazar lo colectivo
Como sugiere la última sección, esta conversación no sólo trata del cuidado de uno mismo, sino colectivo, y de que los compañeros se cuiden mutuamente. Es más probable que todos hagamos lo necesario para cuidar de nosotros mismos si los que nos rodean apoyan esa meta y hacen lo mismo.
Hay que recordar que la exposición al trauma puede hacernos sentir aislados y fragmentar nuestro sentido de conexión en lo equipos de medios. Se trata de un proceso dinámico que requiere un seguimiento y un esfuerzo constantes. Los directores y editores deben liderarlo, pero cada periodista tiene un papel que desempeñar para asegurarse de que sus colegas se sientan apoyados. Una fuerte solidaridad de equipo es también una poderosa forma de contrarrestar la intimidación externa.
Otros recursos
Guía de First Draft para lidiar con el trauma indirecto
Enfoques del trauma indirecto desde distintas profesiones: personal médico, abogados de derechos humanos y personas que trabajan con víctimas de crímenes
Gavin Rees es asesor senior de formación e innovación en el Dart Center for Journalism and Trauma, una organización dedicada a promover enfoques éticos en la cobertura del trauma y la violencia. Con formación previa en periodismo audiovisual y realización de documentales, Gavin trabaja desde 2008 como formador y consultor de organizaciones de noticias, productoras cinematográficas y organizaciones de apoyo a los medios de comunicación en más de 25 países. Fue uno de los principales productores de la película de la BBC «Hiroshima», que ganó un Emmy Internacional en 2006. Es miembro de la junta directiva de la UK Psychological Trauma Society y formó parte de la junta directiva de la European Society for Traumatic Stress Studies durante más de diez años.