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Patrícia Campos Mello: qué sucede cuando atacan a una reportera de investigación

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Patrícia Campos Mello no quería ser conocida como la periodista que fue atacada por el presidente.

Aunque ya se había forjado una reputación cubriendo conflictos, elecciones internacionales, campañas de desinformación y cultura digital, todavía gozaba de cierto anonimato como periodista de prensa escrita.

Esto cambió cuando dirigió una investigación que trata de revelar una red de agencias publicitarias dedicadas a difundir mensajes con información falsa durante las elecciones brasileñas. Estos servicios estaban presuntamente financiados por grupos de empresarios que apoyaban la candidatura de Jaír Bolsonaro comprando “paquetes” de mensajes falsos para divulgarlos en WhatsApp. Según explica Campos Mello: habían creado una “cadena de producción de desinformación”.

Esta investigación le ganó muchos enemigos, algunos de ellos muy poderosos. Más adelante, cuando el hijo de Bolsonaro dijo que Campos Mello se estaba prostituyendo a cambio de información sobre su padre, la mentira se extendió como la pólvora entre los creyentes de teorías de conspiración y los partidarios de la administración de derechas.

Cuando el mismo presidente apareció en televisión repitiendo la acusación en directo, las cosas no hicieron más que empeorar. “Después de ese día, mi vida se volvió una pesadilla. La gente me gritaba por la calle, me amenazaban con todo tipo de cosas, incluso con violarme, había videos pornográficos con mi cara generados con deep fake baratos”, explica Campos Mello que ahora trabaja como reportera general para el periódico brasileño Folha de São Paulo.

Cuando las cosas se volvieron más tóxicas, se le asignó un guardaespaldas, cambió sus rutas y su agenda e intentó seguir trabajando, esperando que las cosas se calmaran. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés) la galardonó con el Press Freedom Award en 2019, proclamando que el ataque coordinado en su contra fue “uno de los casos más claros de doxxing (revelar y publicar registros de una persona que previamente eran privados o difíciles de obtener) en un año y ciclo electorales en el que docenas de periodistas fueron acosados y criticados por su trabajo”. La Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF por sus siglas en inglés) condenó la “oleada de ataques maliciosos” en su contra y la calificó como un intento de silenciar las voces de las mujeres y coartar la libertad de prensa.

“Cuando estaba en medio de todo ello… ¿Alguna vez has soñado que estás desnuda en medio de una multitud y que todos los demás van vestidos? Así es como me sentía cada minuto de mi día a día. La gente me gritaba, me mandaban mensajes, decían cosas en televisión. Sentí que nunca más podría salir de mi casa”, explicó.

Habiendo trabajado como corresponsal extranjera en zonas de conflicto sin guardias de seguridad, le frustraba necesitar un guardaespaldas para “cubrir las elecciones de mi propio país, un país democrático sin conflictos activos”. Pero, en retrospectiva, se ha dado cuenta de que los ataques contra ella podrían haberlos sufrido cualquiera: es una táctica de movilización, “solo es parte de la estrategia de comunicación. Así funcionan las cosas ahora”, dice. “Estamos en el punto de mira”.

Al ver que los ataques en línea continuaban, decidió demandarlos. Ganó y dice que la vida se ha calmado desde que el antiguo presidente dejó el poder.

“Ahora que ya no están en el gobierno, no tienen una estructura que funcione tan bien. No me malinterpretes, todavía tienen sus redes. A veces atacan a un periodista específico y solo es parte de su estrategia de comunicación para movilizar a sus bases. De vez en cuando, surge algo, pero no es nada comparado con lo que sucedió entre 2018 y 2021. Está bien. No importa”.

Este año, conforme se prepara para cubrir elecciones en los Estados Unidos, en particular el aspecto digital de las campañas electorales y la desinformación, agradece volver a encontrarse detrás de la página.

“Quería recuperar mi vida normal como periodista, que es la que tengo ahora, así que estoy muy feliz. No me lo tomé como algo demasiado personal: me pasó a mí, como le ha pasado a otras mujeres aquí. Quizás en sus casos no fue tan terrible, pero igualmente fue malo”, dijo. “Solo me alivia poder hacer mi trabajo”.

GIJN: De todas las investigaciones en las que has trabajado, ¿cuál ha sido tu favorita y por qué?

Patrícia Campos Mello: Si hablamos de reportajes de investigación, diría que mi favorito fue la serie sobre campañas de desinformación y cómo estas se usaron para manipular las elecciones en 2018. Pero hay otras historias, también. Recuerdo uno de los proyectos en los que trabajamos: World of Walls. Hicimos un proyecto multimedia especial sobre los refugiados en diferentes lugares del mundo. La historia en la que trabajamos en Brasil fue sobre una favela gigante, justo al lado de la carretera. Todas las personas de clase media de Sao Paulo pasan por ahí para ir a la playa el fin de semana, así que construyeron una pared para que nadie pudiera verla. La gente manejaba a la playa y no tenían ni idea de que, justo detrás de esa pared, 30 mil personas vivían dominadas por un cártel de droga. Me gustó mucho esa historia, pasamos mucho tiempo ahí.

GIJN: ¿Cuáles son los mayores retos para el periodismo de investigación en tu país?

PCM: Depende de quién está en el gobierno, por supuesto, pero los últimos años hemos visto una gran disminución de la transparencia. Con nuestra Ley de Acceso a la Información, el gobierno empezó a encontrar vacíos legales para negarnos la información. Además, no estaban publicando las agendas públicas de los funcionarios de gobierno, [así que ha habido] toda una guerra contra la transparencia. Ha sido muy difícil los últimos años. Es algo que ya habíamos conquistado, con nuestra Ley de Acceso a la Información, y que estaba siendo atacado.

Después, por supuesto, están los ataques dirigidos a mujeres, que son un gran problema en Brasil, India, las Filipinas y muchos otros lugares. Nadie nos enseñó en la universidad que esto es parte del trabajo, pero, al parecer, ahora lo es.

Y está también el acoso judicial. Cada vez hay más periodistas independientes, pero sin un jefe que te de apoyo legal, muchos dejan de investigar porque les da miedo que los demanden y no tienen abogado.

GIJN: En tu tiempo como periodista de investigación, ¿cuál dirías que es el mayor reto al que te has enfrentado?

PCM: Creo que he tenido mucha suerte. Tuve muy buenos mentores. Supongo que uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos ahora mismo es el estado actual del periodismo, que no favorece a los trabajos de investigación, el cual lleva tiempo y no siempre es popular. No va a ser una de las historias más leídas o que generan más clicks. Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es que este trabajo lleva tiempo, es difícil y no es particularmente sexy. Un amigo decía en broma: “solo añade un video de un misil matando a un pingüino, para que la gente entre a leer tu historia”. No es un tema popular. Es muy necesario, pero no estoy segura de que los medios lo aprecien tanto.

GIJN: ¿Cuál es tu mejor consejo para entrevistar a alguien?

PCM: Esto no es muy útil para entrevistas en televisión, pero funciona cuando trabajas en historias escritas. Antes, sentía la necesidad de hacer que la gente se sintiera relajada y evitar los silencios incómodos. Si hacía una pregunta y la otra persona no parecía tener una respuesta, siempre intentaba ayudar diciendo algo. Un compañero me enseñó que, a veces, cuando dejas a una persona estar en silencio consigues las respuestas más honestas. En esos casos, es importante esperar y darles tiempo para pensar en ese silencio incómodo. Así es como consigues las respuestas importantes.

GIJN: Cuando trabajas en una investigación, ¿qué herramienta, base de datos o aplicación es tu favorita?

PCM: Hay una herramienta específica que fue creada por dos jóvenes brasileños: Palver. Es una base de datos enorme que contiene grupos de WhatsApp públicos, a los que puedes acceder con un enlace, y canales y grupos de Telegram, que también son abiertos. Es un panel que puedes utilizar para investigar. Todo es anónimo, no sabes quién dice qué, pero puedes buscar e investigar muchas cosas: qué información se está viralizando, qué tema, qué sentimiento, puedes buscar audios y videos porque los transcribe. Así que, si quieres un termómetro para medir lo que está pasando en un país o durante unas elecciones, saber qué historias falsas están ganando fuerza… Llevo usándola desde las elecciones de 2022. Es genial. No es pública pero, dependiendo el caso, a veces la abren para el uso de periodistas.

Campos Mello, tercero desde la izquierda, en el panel "Periodismo bajo ataque" en la conferencia Abraji de 2019. Foto: Alice Vergueiro / Abraji utilizada bajo licencia CC BY-NC 2.0

Campos Mello, tercera desde la izquierda, en el panel «Periodismo bajo ataque» en la conferencia Abraji de 2019. Foto: Alice Vergueiro / Abraji utilizada bajo licencia CC BY-NC 2.0

GIJN: ¿Cuál es el mejor consejo que has recibido en tu carrera? ¿Qué le dirías a alguien que quiere convertirse en periodista de investigación?

PCM: Mi segunda jefa me dio un muy buen consejo: si quieres ser periodista, tienes que escuchar más de lo que hablas. Estás ahí para escuchar, no para expresar tus emociones o sentimientos. Si eres una reportera, tienes que aprender a poner atención a lo que la gente dice. Es algo que siempre intento tener en mente y, cuando la gente me pide consejo, les digo lo mismo. Creo que es importante. Es útil hoy en día, porque las personas están tan enfocadas en sí mismas y en dar su opinión, pero como periodista tienes que absorber las cosas. Lo principal es escuchar e investigar. Lo importante no es lo que tú opinas.

GIJN: ¿A qué periodista admiras? ¿Por qué?

PCM: A Maria Ressa, porque no solo es valiente sino una excelente periodista, es muy buena encontrando información. Hay varias periodistas en Brasil, como Dorrit Harazim. Es mucho mayor, era una reportera increíble, todavía lo es; es una buena persona y muy completa. Admiro a otros periodistas no solo por su trabajo sino por cómo son como personas. También está Miriam Leitão, que se especializa en economía. La torturaron durante la dictadura militar, es súper inteligente, la han acosado tanto la derecha como la izquierda. Estas dos son las anti-influencers: se enfocan en informar, en escuchar a otros e investigar.

GIJN: ¿Cuál ha sido tu mayor error y qué te enseñó?

PCM: Ya tiene mucho tiempo pero cuando empezaba mi carrera tuve que escribir una nota sobre la muerte de un piloto de carreras brasileño, Ayrton Senna. Fue un accidente en una curva específica del circuito. Escribí la historia con prisa y no la volví a leer ni la revisé. Dije que había muerto en otra curva, que es una tontería. Absolutamente todo el mundo en Brasil sabía el nombre de dónde sucedió. Era tan obvio y público que, de alguna manera, nadie se dio cuenta antes de publicarlo. Recuerdo que mi padre me llamó y me dijo: “¿Cómo es posible? ¿Cómo puedes haberte equivocado?” Y creo que ahí es donde pasan los errores. Cuando dices “Ya lo sé. No hace falta que lo lea una tercera o una cuarta vez, o que confirme la información”. Me dio tanta pena, fue una vergüenza tan grande, que aprendí la lección. ¿Ya lo releíste? Está bien. ¿Una tercera vez? ¿Una cuarta? Revisa tres veces todo porque siempre hay algún error.

GIJN: ¿Cómo evitas el burnout en tu línea de trabajo? 

PCM: ¿Qué cómo lo evito? ¡No puedo! Pero creo que algo que empeora este tipo de desgaste son las redes sociales, así que lo que intento cuando estoy siendo atacada o acosada en línea es no leer nada de ello. Hago una desintoxicación de redes. Igualmente, nunca respondo a nada, no interactúo con ellos, pero si hay algo muy controversial, como haber publicado una historia que está generando reacciones violentas, simplemente me detengo. Dejo de leerlo, porque puede ser muy tóxico.

GIJN:¿Qué te frustra en el periodismo de investigación? ¿Qué esperas que cambie en el futuro?

PCM: No me hago ilusiones pensando que nuestro trabajo va a cambiar las cosas. Pero todavía tengo un poquito de esperanza de que puedan cambiar. Cuando publicas una historia, esta recibe atención cinco minutos, los funcionarios públicos dicen “esto es absurdo, esto tiene que cambiar, tienen que modificarse las leyes o hacerse justicia”. Después de esos cinco minutos, a todos se les olvida y nada sucede. Por otro lado, tal vez sea pura vanidad esperar que las cosas cambien. No puedes pensar en ello mientras trabajas, tienes que concentrarte en lo que haces. Pero todavía tengo esa pequeña esperanza de que la gente ponga atención más de cinco minutos y, entonces, algo podría cambiar.


Laura Dixon es editora senior en GIJN y periodista independiente residenciada en Reino Unido. Ha sido corresponsal en Colombia, Estados Unidos y México, y su trabajo se ha publicado en The Times, The Washington Post y The Atlantic. Ha recibido becas del IWMF y el Pulitzer Center. 

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