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¿Cuál es el impacto del periodismo en regímenes autoritarios?

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Periodismo en régimenes autoritarios como Hong Kong o Venezuela. En esta imagen dos mujeres periodistas usan cascos, máscaras y chalecos mientras observan a la policía asediar a los manifestantes que ocupan la Universidad Politécnica de Hong Kong. Image: Shutterstock.

Solía ser columnista en el periódico más grande de Venezuela. También tenía mi propio programa de radio diario y fundé un medio de comunicación basado en un newsletter. Mi trabajo periodístico debería haber contribuido a fortalecer la democracia, ya que ponía la lupa sobre los problemas que atravesaba la sociedad.

Sin embargo, en la década que transcurrió desde mi graduación en la escuela de periodismo, mi país se convirtió en un régimen autocrático que viola derechos humanos y encarcela a periodistas. Con frecuencia tengo la sensación de que mi trabajo es inútil; al menos, no estoy segura de cómo ponderar su importancia.

Es más sencillo medir el impacto de la información periodística en países democráticos. Allí es más probable que las instituciones y los gobernantes cambien ante evidencias de corrupción o mala gestión. En los países autoritarios —en ausencia de Estado de Derecho y de procesos democráticos— esos actores no sienten la misma presión. Puede ser desalentador, ya que el status quo prevalece. Además, los medios que se atreven a publicar información contra el gobierno tienen más probabilidades de recibir ataques.

Por más pruebas de corrupción o de malas prácticas que los periodistas descubramos en estos entornos, tenemos la sensación —tanto nosotros como el público en general— de que poco va a cambiar.

A pesar de esa sensación y de los desafíos a sortear, los periodistas podemos seguir marcando una diferencia positiva, y nuestro impacto puede emerger en formas menos tradicionales.

Barreras al periodismo

Las condiciones para ejercer el periodismo en países autoritarios son difíciles y a menudo peligrosas: el acceso a la información es más limitado y los periodistas pueden sufrir censura, persecución y recibir amenazas a su vida.

En Rusia, por ejemplo, la invasión de Ucrania ha dado lugar a una nueva legislación que restringe la libertad de prensa. «La nueva ley que Putin firmó este mes de marzo castiga con hasta 15 años de cárcel la difusión de información no aprobada por el Kremlin. Esto significa que cubrir la guerra en Ucrania es prácticamente ilegal para los reporteros rusos», dijo Irina Scherbakhova, una periodista rusa que emigró a Letonia.

En regímenes autoritarios, las fuentes con las que cuentan los periodistas también suelen correr más peligro. A José y Leo, vendedores ambulantes de La Habana, se les retiró la licencia para vender por hacer declaraciones en un reportaje sobre el trabajo por cuenta propia. «Es muy difícil tener fuentes en Cuba, precisamente porque también piensan en las represalias», señaló Abraham Jiménez Enoa, autor de la cobertura, hoy exiliado en España.

En contextos autoritarios como estos, es difícil para quienes proveen financiamiento medir el impacto del periodismo que apoyan, ya que los indicadores de rendimiento típicos, como el número de lectores, el engagement y el cambio institucional, suelen ser más difíciles de rastrear. Y esto puede afectar al flujo de dinero que se destina a apoyar a periodistas y redacciones que se desenvuelven en estos entornos.

«Medir el impacto de una historia por su número de lectores no funciona aquí. Los bloqueos que mantienen los diferentes proveedores de servicios de Internet en torno a los medios digitales limitan el número de lectores que se puede tener», explicó Patricia Marcano, coordinadora editorial del medio venezolano de investigación Armando.info.

Impactos del periodismo

A la luz de estos desafíos, los periodistas y los donantes deben ampliar su comprensión de las formas menos tradicionales en que el periodismo genera impacto. En contextos autoritarios, la profesión todavía puede ayudar a documentar violaciones de los derechos humanos, elevar el perfil de ONG locales, colaborar con acciones legales en otros países, construir comunidad y dejar un registro para generaciones futuras.

Armando.info reveló numerosas irregularidades en el ejercicio de la justicia entre 2000 y 2019 en Venezuela tras revisar una base de datos con información sobre casi 6.000 jueces del país. Encontraron que la falta de independencia y la corrupción en el poder judicial son los principales obstáculos a los que se enfrentan las personas con causas judiciales en su contra. El informe resultante fue utilizado como referencia por la misión de investigación independiente del Consejo de Derechos Humanos, y en el informe de 2020 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para apoyar a las víctimas que reclaman justicia.

Gracias a este y otros informes de medios independientes, hoy sabemos que Venezuela tuvo uno de los peores índices de Estado de Derecho en 2021, de acuerdo con el World Justice Project. Tener pruebas cuantificables de esto ayuda a las personas involucradas en procesos judiciales injustos a construir casos más fuertes para llevarlos ante organizaciones internacionales como la Corte Penal Internacional o la Corte Interamericana de Derechos Humanos. También les muestra que son uno de muchos que luchan contra un sistema corrupto.

El periodismo en los regímenes autoritarios puede elevar el perfil de organizaciones locales sin fines de lucro y activar a la sociedad civil. En Rusia, el medio independiente Meduza publicó el año pasado un reportaje sobre Roza Khalishkhova, una mujer que demandó al Ministerio de Defensa ruso tras la desaparición de su hijo durante la primera guerra chechena. Mientras intentaba encontrarlo, fue torturada por combatientes chechenos.

El grupo de derechos civiles Pravo Materi ayudó a Khalishkhova y a otras familias cuyos hijos murieron durante el servicio militar. «Conté su historia y escribí sobre Pravo Materi», dijo Irina Scherbakova, la autora del artículo. «Entonces la gente empezó a compartir información sobre ellos y a donar [a la organización]».

El periodismo también puede colaborar con acciones legales en otros países. En 2017, Armando.info publicó irregularidades en la importación de alimentos en Venezuela, implicando al empresario Alex Saab. Saab demandó por difamación, y varios periodistas del medio se exiliaron para evitar ataques.

Gracias en gran parte a las pruebas reunidas por Armando Info, el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó posteriormente cargos contra Saab y otro empresario colombiano por presunto blanqueo de hasta US$350 millones que obtuvieron a través del sistema de control de cambios de Venezuela. Saab fue arrestado durante una escala de avión en Cabo Verde cuando viajaba de Venezuela a Irán, y hoy espera el juicio en Estados Unidos.

Los medios independientes pueden ayudar a inmigrantes y a refugiados desplazados a mantenerse al día con las noticias en sus países de origen. «El Estornudo está bloqueado en Cuba, y para entrar en la web necesitas una VPN. Casi todos sus lectores están fuera del país», explica Jiménez Enoa, cofundador del sitio.

Aunque haya una fuerte censura, siempre hay resquicios por los que se puede colar la información, para conectar a quienes se fueron y a quienes se quedaron. En julio de 2021, decenas de miles de cubanos salieron a la calle en lo que fueron las mayores protestas antigubernamentales del país en décadas. Las manifestaciones fueron una respuesta a la escasez de alimentos y medicinas, así como al accionar del gobierno durante la pandemia del COVID-19. Los medios independientes informaron a los cubanos en el extranjero sobre las protestas, lo que inspiró manifestaciones frente a las embajadas cubanas en otros países.

Dado que los gobiernos autoritarios suelen empeñarse en imponer sus convenientes versiones de los acontecimientos, el periodismo puede actuar también como un espacio para dejar un «primer borrador de la historia«. Incluso si la información no tiene un impacto inmediato, puede dejar un registro que incida en las acciones de las generaciones futuras.

Informar sobre las protestas y la masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989 es un buen ejemplo de esto. «Hubo grandes imágenes que mostraban a un hombre de pie frente a un tanque; los periodistas documentaron los sonidos de las armas», dijo Bao Choy, periodista y productora de video en Hong Kong. «Tenemos grabados en la mente todos esos recuerdos de que el Partido Comunista podía ser muy brutal y violar los derechos humanos. Y creo que ese recuerdo jugó un papel importante para que la gente de Hong Kong luchara por su propia democracia en las décadas siguientes».

Es necesario que los periodistas y quienes los apoyan económicamente amplíen su comprensión de las vías no tradicionales a través de las cuales la información independiente de calidad produce cambios. En un mundo cada vez más autoritario, esto ayuda a motivar y apoyar a una nueva generación de periodistas que buscan tener un impacto en sus países, sin importar las probabilidades en su contra.

Lecturas adicionales

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“Fue un salto de fé” — Creando un medio independiente en la Venezuela en crisis

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Este artículo fue publicado originalmente en el sitio en español del Centro Internacional para Periodistas. El texto es reproducido aquí con autorización.

periodismo regímenes autoritariosDariela Sosa es periodista venezolana y vive actualmente en Argentina. Trabaja como consultora de impacto y moderadora del Foro en español de Crisis Mundiales de ICFJ.

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