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Illustration: Ann Kiernan for GIJN

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Capítulo 8: investigar el tráfico de antigüedades

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Esta sección, que se enfoca en el comercio ilegal de antigüedades, fue escrita por Donna Yates, profesora asociada del Departamento de Derecho Criminal y Criminología de la Universidad de Maastricht, y miembro del Trafficking Culture Project

El tráfico ilegal de antigüedades es una forma de crimen transnacional que conecta el robo de patrimonios con la élite del mercado mundial de arte, a menudo mediante una red de crimen organizado. En los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia, hay una fuerte demanda por antigüedades, motivada por la belleza y el significado social de los restos del pasado remoto. El atractivo de estos mercados lleva a sacar objetos culturales de países con bajos ingresos y llevarlos a los antiguos poderes coloniales, donde se redefine el patrimonio común como un bien privado. Como respuesta, muchos países que son ricos en antigüedades han criminalizado el retirar y vender este patrimonio cultural, para ser preservado como un bien público. No obstante, la demanda genera oferta. La gran acogida de antigüedades recién descubiertas, junto con la ausencia de caminos legítimos para obtenerlas, ha promovido la creación de líneas de suministro criminales.

Un mercado gris, infiltrado por el crimen organizado

El mercado final para las antigüedades traficadas es abierto y público. Los compradores son coleccionistas privados, que, por lo general, son personas con altos ingresos y destacadas posiciones sociales, o hacen parte de las instituciones y museos más respetados. A diferencia de los consumidores de drogas ilícitas o armas, quienes compran estas antigüedades deben ser capaces de enseñar sus objetos, sin temor a que esto les traiga problemas legales. Las antigüedades se compran para exhibirlas. Por lo tanto, las redes criminales que se han desarrollado para proveer este mercado lavan las antigüedades, para quitarles la mancha de robo y ocultar la evidencia del delito. Así, facilitan que compradores por lo demás distinguidos bajen la guardia  y participen de lo que las investigaciones han demostrado es un mercado gris, infiltrado por el crimen organizado.

El vínculo directo entre la élite de los mercados de arte y el crimen organizado puede sorprender al público. Museos, casas de subastas y coleccionistas de arte de cuello blanco son vistos como respetables; pero son preocupantes sus vínculos con las redes criminales organizadas y su destructivo saqueo de nuestra herencia cultural colectiva. Las investigaciones sobre el tráfico de antigüedades, por ejemplo, han ligado a la casa de subastas de Sotheby’s con el saqueo de templos de Camboya; a los dueños del almacén de artesanías de Estados Unidos Hobby Lobby con el asalto (y reciente devolución) de miles de artefactos del sur de Irak; e instituciones como el Museo Getty con la destrucción de tumbas griegas e italianas. Estas son historias contundentes sobre cómo se explotan las desigualdades mundiales.

Es imposible ponerle un precio al valor del tráfico de antigüedades, como también es imposible compararlo con otras operaciones de tráfico y ventas ilegales. Ha sido pobre el cubrimiento periodístico sobre este tema y, como resultado, la prensa repite muchos cálculos de costos que no tienen fuentes. Los expertos están de acuerdo con que esas cifras no son correctas. El FBI y la Interpol han negado ser la fuente de afirmaciones falsas, como el que «las antigüedades representan el mercado criminal más grande del mundo, después de las drogas y las armas». Los verdaderos daños sociales asociados con el comercio ilícito de antigüedades tienen que ver con la pérdida de cultura e identidad, a causa de la destrucción de nuestra herencia compartida.

Robo de arte: no es como en el cine

La mayoría del crimen relacionado con arte, como el breve robo de la Mona Lisa por parte del empleado del Louvre, Vicenzo Perruggia, cuya fotografía se presenta aquí, no se parece en nada al «robo a la carta» de las películas de Hollywood. Imagen: Shutterstock

A diferencia del tráfico de antigüedades, el robo de arte que reposa en grandes instituciones es más raro y riesgoso e implica menos oportunidades para hacer ganancias. En el tráfico de antigüedades, los actos criminales se escudan en la naturaleza anónima e indocumentada de los «bienes robados», que han estado –incluso– miles de años bajo tierra y en yacimientos arqueológicos. 

En cambio, los robos de museos, galerías y residencias privadas rara vez son el resultado de ladrones de arte al estilo Hollywood. Se ha vuelto un lugar común de los medios de comunicación, luego de un llamativo robo en un museo, especular que se trata de obras de arte que se «robaron a la carta» por «ladrones profesionales». En casi todos los grandes casos, la realidad es más mundana y oportunista, al punto que los ladrones pronto se dan cuenta de que no hay un mercado para el arte bien documentado que se roba. Muchas obras de arte robadas terminan arrojadas a la basura, quemadas y destruidas o, incluso, devueltas de manera anónima al museo donde se extrajo. 

Algunos robos de arte se han atado a grupos criminales organizados, pero es cuestionable cualquier afirmación de que estén enfocados, en pequeña o gran medida, en esta actividad. Este artículo se centra en el tráfico de antigüedades. No obstante, muchas de las fuentes que se recomiendan también serán útiles para los casos de robo de arte.

Fuentes

Se dice que las antigüedades saqueadas y traficadas no tienen proveniencia, es decir, detalles sobre sus orígenes, historia de propiedad y los caminos que tomaron para llegar al mercado. La investigación de proveniencia es, entonces, un término del mundo del arte para referirse a la reconstrucción de historias de objetos, a partir de una documentación fragmentaria, que se nutre de una amplia e impredecible variedad de fuentes. En este campo, el periodismo se halla relacionado con la investigación de proveniencia. Escribir sobre objetos traficados es el equivalente a descubrir la historia tras estos delitos. Cada investigación de tráfico de antigüedades tiene características únicas y las fuentes exactas dependen de la región geográfica en cuestión y de las particularidades del caso. Sin embargo, casi todas se nutrirán de un tipo de fuentes en particular.

Primero, los objetos que se hallan en el centro de estas investigaciones, las antigüedades y las obras de arte son de por sí complicados. Es imposible entender el contexto del saqueo, el tráfico y la venta de antigüedades, o las consecuencias sociales de estos delitos, sin comprender el valor de las antigüedades. Los académicos son fuentes de información importante para los periodistas que trabajan en este campo. Pueden proporcionar datos útiles, impedir que se gaste el tiempo en callejones sin salida y acercar al investigador a una red más grande de conocimiento relacionado con el tráfico ilícito.

Muchos países tienen agentes de aduana y seguridad fronteriza, fuerzas de tarea dentro de ministerios relevantes o policía que se especializa en investigar delitos relacionados con arte y antigüedades. Estas oficinas y unidades, así como los individuos que trabajan en ellas, tienen una considerable experiencia en este campo, aunque su alcance a menudo se halla limitado por falta de financiación y de personal. Puedes realizar búsquedas en internet para encontrar detalles sobre unidades especializadas en delitos relacionados con arte y antigüedades. Interpol tiene una unidad pequeña que se centra en este tipo de delitos, pero su papel a menudo se malinterpreta. Interpol no investiga delitos ni realiza operaciones policiales. El papel de la agencia es mantener una base de datos de arte robado y apoya la comunicación entre las fuerzas policiales del mundo. No obstante, puede ayudar a encontrar contactos especializados con la policía, dentro de un país específico.

Las ONG especializadas en salvaguardar la herencia cultural también pueden serles útiles a los periodistas, en particular en situaciones en las que surge un componente legal o de reglamentación o cuando el reportaje en el terreno sea difícil o peligroso. En el primer caso, Antiquities Coalition, por ejemplo, patrocina la investigación de políticas y hace lobby para impedir el tráfico de antigüedades en el mundo. Se enfoca, sobre todo, en Estados Unidos. Patrimonio de la Paz, con sede en España, patrocina varios proyectos de recolección de datos en el terreno, con énfasis en Asia occidental. Varios de estos proyectos son específicamente sobre crímenes relacionados con antigüedades. Las ONG que se centren en un país o región sirven para contextualizar los casos de tráfico de antigüedades y, a menudo, les entusiasma trabajar con periodistas

Las mejores fuentes de información sobre cualquier caso de tráfico de antigüedades son los actores interesados. Entrevistarlos llevará a fuentes documentales relacionadas con el caso específico, que resultan necesarias para adelantar la investigación. Los actores pueden dividirse en cuatro grupos:

  1. Actores interesados que pertenecen a los países y comunidades donde se robaron las antigüedades. Por ejemplo, personas que viven cerca de lugares patrimoniales, arqueólogos locales, expertos en patrimonio, la policía, funcionarios del Ministerio de Cultura y personas que saquean o roban objetos culturales.
  2. Actores interesados que están en la cadena de «tránsito» de las antigüedades. Por ejemplo, compañías de transporte, funcionarios de aduana, e intermediarios y vendedores de antigüedades. 
  3. Los actores interesados que se hallan en el «mercado» donde se consumen antigüedades. Por ejemplo, casas de subastas, empleados de museos, coleccionistas, galeristas y vendedores de arte. Nota: estas personas pocas veces están dispuestas a hablar con periodistas o investigadores.
  4. Actores que hacen de «facilitadores» y que apoyan de manera indirecta el comercio de objetos culturales. Por ejemplo, restauradores, conservacionistas, tasadores, laboratorios que autentifican la procedencia de objetos y académicos que se ocupan de objetos indocumentados en manos privadas. Los facilitadores a menudo tienen mucha información sobre el tráfico ilícito de objetos culturales, pero rara vez son contactados por los investigadores.

Documentos y datos

Es probable que los periodistas también consulten registros del mercado de arte, como catálogos de subastas (disponibles en línea y en algunas bibliotecas públicas), registros de ventas (que son menos accesibles, aunque hay algunos registros de ventas históricos en archivos públicos), registros de adquisiciones de museos (algunos son públicos y están disponibles en línea, y otros son más privados, pero pueden obtenerse contactando al museo en cuestión), y documentos filtrados relacionados con el registro y propiedad de estructuras del negocio de arte.

Si bien existen las bases de datos especializadas en arte robado (como la base de datos del FBI, la de Interpol y la de los Carabineros de Italia), es improbable que aporten información útil para periodistas. La gran mayoría de los casos de antigüedades traficadas no aparecen en las entradas de las bases de datos. En cambio, sabrán más los actores interesados e involucrados en cada caso. Las entrevistas con ellos llevarán a fuentes documentales, que se necesitan para realizar las investigaciones.

Casos de estudio

El periodismo de investigación ha producido algunas de las más efectivas indagaciones sobre el saqueo y tráfico de antigüedades, y ha llevado a la publicación de influyentes libros escritos por reporteros. Estos trabajos han ejercido una profunda influencia sobre las políticas, prácticas y estudios académicos relacionados con este campo.

Los siguientes estudios de caso son proyectos periodísticos recientes o en curso, que han tenido un impacto notable sobre el discurso público en este campo.

La Shiva robada

Imagen: captura de pantalla

Una exquisita estatua de bronce del siglo XI de la diosa Shiva fue robada de un templo en el sur de India en 2006, supuestamente para el vendedor de antigüedades de Nueva York, Subhash Kappor. Dos años después, esta estatua estaba exhibida, luego de su venta a la Galería Nacional de Australia por 5,6 millones de dólares, junto con varias antigüedades adicionales del sudeste asiático. Kapoor fue arrestado en Alemania en 2011 y extraditado a India, para enfrentar cargos por tráfico de antigüedades. Esto inspiró una revisión de sus negocios de arte por el periodista Jason Felch, entre otros (ver arriba).

Una exquisita estatua de bronce del siglo XI de la diosa Shiva fue robada de un templo en el sur de India en 2006, supuestamente para el vendedor de antigüedades de Nueva York, Subhash Kappor. Dos años después, esta estatua estaba exhibida, luego de su venta a la Galería Nacional de Australia por 5,6 millones de dólares, junto con varias antigüedades adicionales del sudeste asiático. Kapoor fue arrestado en Alemania en 2011 y extraditado a India, para enfrentar cargos por tráfico de antigüedades. Esto inspiró una revisión de sus negocios de arte por el periodista Jason Felch, entre otros (ver arriba).

A medida que se aclaraba la profundidad de las conexiones de Kapoor con Australia, la periodista Michaela Boland, de The Australian, inició lo que se ha convertido en un proyecto de investigación a largo plazo, sobre el papel que los museos australianos juegan en el tráfico ilícito de antigüedades. La insistente revelación de Boland sobre las rutas ilícitas que tomaban las antigüedades del sudeste asiático, hasta los museos de Australia, y sobre la infraestructura que permitió que instituciones públicas respetadas fueran el cliente final de redes criminales organizadas, obligaron al sector cultural del país a introducir importantes medidas de rendición de cuentas. En 2014, gracias a los reportajes de Boland, la estatua de Shiva fue devuelta a la India. Su trabajo adicional, junto con otros periodistas, académicos y activistas, ha expuesto más redes de tráfico criminal e identificó otras antigüedades robadas que había en museos de Australia. Algunas de ellas también han sido devueltas.

Memorias perdidas de América Latina

Imagen: captura de pantalla

OjoPúblico, una organización periodística sin ánimo de lucro de Perú –y miembro de GIJN–, inició una profunda exploración sobre el tráfico ilícito de antigüedades, preocupado por el destructivo saqueo de los sitios de patrimonio cultural en América Latina y por la falta de apoyo al periodismo investigativo sobre este tema en la región. La investigación «Memoria robada» fue una amplia colección de trabajos escritos y videos, destinada al lector de habla hispana.

OjoPúblico, una organización periodística sin ánimo de lucro de Perú –y miembro de GIJN–, inició una profunda exploración sobre el tráfico ilícito de antigüedades, preocupado por el destructivo saqueo de los sitios de patrimonio cultural en América Latina y por la falta de apoyo al periodismo investigativo sobre este tema en la región. La investigación «Memoria robada» fue una amplia colección de trabajos escritos y videos, destinada al lector de habla hispana.

OjoPúblico fue más allá del reportaje y alentó al público a realizar su propia investigación sobre el tráfico ilícito de antigüedades. Reveló la inmensa cantidad de información que recibió mediante una serie de bases de datos almacenadas en su portal. El grupo también creó una página en español para acceder a la información sobre arte robado, con datos de Interpol. Fue un intento por superar las barreras lingüísticas que impiden, a quien no habla inglés, participar en la identificación y recuperación de objetos culturales robados.

Buena parte de la información sobre el tráfico de bienes robados está en inglés. En consecuencia, las comunidades que han experimentado pérdida de patrimonio tienen dificultades para acceder al material. «Memoria robada» procura superar esta división lingüística, aportando no solo información para las víctimas del tráfico de antigüedades, sino también herramientas de participación para enfrentar estos delitos.

Falsificaciones bíblicas y academia

Imagen: captura de pantalla

Karen L. King, profesora de la Escuela de Teología de Harvard, anunció el descubrimiento de un fragmento de papiro. En él había un pasaje que insinuaba que una temprana comunidad de cristianos creía que Jesús se había casado. Este tema controversial despertó un intenso interés en el público, en parte porque el llamado «Testamento de la Esposa de Jesús» fue apoyado por un eminente especialista. No obstante, la profesora King se negó a revelar de dónde vino el fragmento. Esto atrajo la curiosidad del periodista Ariel Sabar, que por coincidencia estaba en la rueda de prensa donde King anunció el hallazgo.

Esto condujo a una amplia investigación sobre la historia del fragmento de papiro, que tomó varios años, implicó cientos de entrevistas, involucró a distintos países y terminó en la revelación de que probablemente se trataba de una falsificación. Sabar primero presentó estos hallazgos en distintos artículos y luego en su libro Veritas: A Harvard Professor, a Con Man and the Gospel of Jesus’s Wife (2000). La experticia de Sabar en el oscuro mundo del comercio de manuscritos antiguos le ha permitido producir más trabajos de investigación sobre este tema. Uno de los más recientes trataba el supuesto robo y venta ilícita, de papiros bíblicos por parte de un profesor de la Universidad de Oxford.

Consejos y herramientas

  1. Contacta a los académicos, tanto los que trabajan en el tráfico ilícito de antigüedades, como los especialistas en los objetos que investigas. Ambos pueden darte información valiosa.
  2. Asegúrate de conocer la ley. Las leyes de patrimonio cultural son complejas y es fácil terminar con información equivocada sobre cómo funciona. Lee tú mismo la ley y consulta a un experto.
  3. Duda de las cifras: no hay un «precio» para el tráfico ilícito en bienes culturales y los cálculos no están basados en nada sólido. Los expertos te dirán que la historia no está en el precio.
  4. Consulta los registros del mercado de arte. Estos incluyen catálogos de subastas, registros de ventas, registros de adquisición de museos y documentos filtrados de negocios de arte.
  5. Aunque hay bases de datos especializadas en arte robado (como las del FBI, Interpol y los Carabineros de Italia), es improbable que aporten información útil para periodistas. La gran mayoría de casos de antigüedades traficadas no están en las bases de datos.
  6. Las mejores fuentes de información sobre un caso de tráfico de antigüedades son los actores involucrados. Las entrevistas con ellos conducirán a fuentes documentales necesarias para las investigaciones.
  7. El arqueólogo Riccardo Elia dijo: «los coleccionistas son los verdaderos saqueadores”. Es fácil enfocarse en la destrucción en países de bajos ingresos, pero el verdadero motor del delito es el mercado, que, a menudo, se halla en países ricos. Allí está la historia.

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