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Cómo verificar hechos políticos en países sin libertad de prensa

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Las promesas de campaña de Hassan Rouhani, presidente de Irán, son verificadas por un sitio canadiense. Foto: Agencia de noticias Tasnim, CC BY 4.0, via Wikimedia Commons.

Cuando habla sobre verificación de hechos, Farhad Souzanchi alterna entre las muecas y un rostro impasible. Pero hace dos semanas, era puras sonrisas.

En el salón de un hotel en Toronto, Souzanchi —quien usa un alias para proteger su identidad— condujo un conversatorio sobre la desinformación durante las protestas de diciembre y enero en Irán. Mostró una versión beta de un nuevo chatbot de verificación de hechos que creó para Telegram, una aplicación de mensajería muy popular que recientemente fue bloqueada en Irán. Souzanchi estaba en su elemento.

«Es una de esas cosas que no sabía que me apasionaba, pero me apasiona», le dijo Souzanchi a Poynter sobre la verificación de hechos. «Cuando estaba en Irán, era un poco molesto entre mis amigos por hacer búsquedas en Google constantemente».

«¿Has visto el meme que dice: ‘Oye, ven a la cama’ y el personaje es alguien en Internet? Ese era yo».

«El poder en los países autoritarios se basa en el control de la información; eludir esos controles es un gran desafío para la prensa independiente», Robert Mahoney de CPJ.

Unas 100 personas de organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y compañías tecnológicas se reunieron el 14 y 15 de mayo en el Iran Cyber Dialogue (ICD) para discutir cómo lidiar con la censura gubernamental y abordar obstáculos geopolíticos como el acuerdo nuclear de Irán. ICD ayudó a inspirar a ASL19 —una organización de derechos digitales que organiza el evento— a crear sus propios proyectos de verificación de hechos luego de aprender de The Washington Post Fact Checker y Morsi Meter en el ICD del 2015.

«Obviamente nos ayudó estar expuestos a su trabajo al desarrollar nuestros propios proyectos. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que también podemos hacer verificación de hechos», dijo Souzanchi, gerente de investigación de ASL19.

Como decía la cubierta del cuaderno que se distribuyó a los participantes del ICD: «Siempre hay un modo».

Verificando hechos en regímenes autoritarios

El hecho de que alguien haya logrado verificar hechos de la política iraní tal vez sea sorprendente.

ASL19 le da alojamiento a Fact-Nameh y Rouhani Meter —el último vigila las promesas de campaña del presidente iraní Hassan Rouhani, mientras que el primero verifica declaraciones y comprueba falsificaciones virales. Desde el lanzamiento de Rouhani Meter en 2013, Souzanchi ha aprendido mucho sobre cómo verificar a un régimen represivo.

Para empezar, ayuda estar en Toronto y no en Teherán, donde Freedom House dice que no hay libertad de prensa.

«Puede ponerse peligroso. En Irán, probar que una declaración hecha por el líder es incorrecta no es como verificar lo que dijo el presidente de Estados Unidos, es totalmente diferente», dijo. «No podríamos hacer esto si estuviéramos dentro del país. No podríamos abordar ciertas promesas y problemas tan fácilmente como lo hacemos aquí si estuviéramos dentro de Irán. Tendríamos que tener cuidado con las líneas rojas o arriesgarnos a una dura reacción del gobierno».

(Captura de pantalla de rouhanimeter.com)

La táctica de verificar a un régimen desde fuera de sus fronteras —ejecutada por Rouhani Meter y Fact-Nameh, que siguen desbloqueadas en Irán a pesar de calificar como falsas las afirmaciones e incumplidas las promesas del presidente Rouhani y el líder supremo Ali Khamenei— puede ser clave para lograr verificar a otros regímenes represivos del mundo, donde el formato ha fallado o nunca se ha introducido.

De acuerdo con el Reporters’ Lab, de los aproximadamente 150 proyectos de verificación de hechos en todo el mundo, ninguno opera actualmente en Rusia —donde el gobierno controla abiertamente los principales medios de comunicación— ni en Corea del Norte —donde no existe la prensa libre. En China, un proyecto de verificación de hechos cubre la desinformación sobre la salud sin meterse en política —tema tabú en un país donde la censura es la norma.

«El acceso a la información pública a menudo es imposible para un periodista, por lo que es irrelevante la verificación de hechos políticos», dijo Robert Mahoney, director ejecutivo adjunto del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), en un correo electrónico a Poynter. «El poder en los países autoritarios se basa en el control de la información; eludir esos controles es un gran desafío para la prensa independiente».

Fuentes alternativas y métodos de distribución

Entonces, ¿cómo pueden avanzar los verificadores de hechos? Además de encontrarse fuera de los propios regímenes, Souzanchi dijo que deberían considerar métodos alternativos de obtención y distribución.

«Una cosa que hicimos fue pedirle a la gente que participara en términos de sugerirnos temas. Eso es algo que hicimos y fue bien recibido», dijo. «Constantemente nos sugieren cosas para que las verifiquemos».

Aunque todavía está bloqueado dentro de Irán, Telegram sigue siendo una parte importante de la estrategia de distribución y obtención de Fact-Nameh. Del mismo modo que los verificadores de todo el mundo confían en que los usuarios envíen noticias falsas virales de grupos de WhatsApp y distribuyan las verificaciones, Souzanchi dijo que Fact-Nameh ha usado Telegram como una herramienta clave para llegar a su audiencia en Irán, donde las plataformas de medios sociales convencionales como Facebook e Instagram han sido bloqueadas constantemente.

Aun así, puede ser difícil encontrar una audiencia. Ershad Alijani, un periodista iraní de France 24, le dijo a Poynter en un correo electrónico que si bien los sitios de verificación de ASL19 han tenido más éxito que la mayoría, todavía están limitados en su alcance entre la población iraní.

«La verificación de hechos todavía es un producto ‘de lujo’ en Irán —tal vez como en todo el mundo—, por lo que su impacto se limita a una parte muy pequeña de la sociedad: educada, bien conectada y apasionada por los ‘hechos’», dijo. «A pesar del profesionalismo que tienen Fact-Nameh o Rouhani Meter u otros en este campo, desafortunadamente el impacto de la verificación de hechos es muy limitado en Irán».

Alijani comparó los seguidores de los medios sociales de Fact-Nameh —más de 4,000 en Twitter y más de 6,000 en Telegram— con la gran cantidad de cuentas dispares que publican noticias falsas de forma regular. Debido a la incapacidad de escalar la verificación de hechos, dijo, comúnmente se ven historias que ya han sido desmentidas circulando en grupos de Telegram que van desde cientos de miles de miembros hasta pequeños grupos de familia y amigos.

La transparencia es la llave

Mientras tanto, en Turquía —que tampoco tiene libertad de prensa según Freedom House— han surgido dos organizaciones de verificación de hechos. Teyit y Doğruluk Payi han cubierto obstinadamente al régimen, y cada una lleva la cuenta de la precisión de las declaraciones del presidente Recep Tayyip Erdoğan, en un país que según CPJ tiene más periodistas en prisión que cualquier otro lugar del mundo.

Entonces, ¿cuál es su secreto? Baybars Örsek dice que todo se reduce a la transparencia.

«Turquía nunca ha sido un entorno amigable para el periodismo en general, y la atmósfera política actual en el país está más complicada en términos de los desafíos que experimentan los periodistas», dijo el fundador de Doğruluk Payi en un mensaje a Poynter.

«Todos nuestras verificaciones de hechos son enviadas automáticamente a todos los actores políticos, sin importar lo que indiquen nuestros resultados. Tener este tipo de estrategia de comunicación proactiva nos ha permitido tener el espacio que realmente necesitamos».

«Mantenerse con vida y sobrevivir es la estrategia más importante para no arriesgarse ni a sí mismos ni a su organización», Gülin Çavuş, periodista de Teyit.

Gülin Çavuş, periodista de Teyit (y becario en 2017 de la International Fact-Checking Network), estuvo de acuerdo. Ella dijo en un mensaje a Poynter que su consejo para quienes verifican hechos, cuando no es suficiente la metodología transparente, es considerar la autocensura para poder continuar operando.

«Mantenerse con vida y sobrevivir es la estrategia más importante para no arriesgarse ni a sí mismos ni a su organización», dijo. «A veces la mejor solución puede ser posponer algunos de los proyectos y temas que deseas hacer, pero que consideras peligrosos, hasta el momento en que la prensa sea más democrática y libre».

A pesar de sus desafíos por separado, tanto los verificadores turcos como los sitios de ASL19 al menos han podido poner en marcha proyectos de verificación de hechos. Eso es más difícil en China: la seguridad laboral, la vigilancia, el hostigamiento, las demandas y los arrestos son barreras enormes para los periodistas que se encuentran allí.

«Debemos tener en cuenta que los políticos en China no son elegidos a través de un proceso completamente democrático», dijo Masato Kajimoto, profesor asistente de práctica en el Centro de Estudios de Medios y Periodismo de la Universidad de Hong Kong, en un correo electrónico a Poynter. «Además, el seguimiento de promesas requiere registros documentados y datos confiables que en China no existen en muchas áreas».

Aprender de otros proyectos

Los sitios de verificación de hechos de ASL19 no son los primeros ni los más recientes en cubrir un régimen represivo.

En Zimbabwe —otro país que Freedom House dice que no tiene libertad de prensa—, ZimFact fue lanzado en marzo con el apoyo del Fojo Media Institute de la Universidad de Linnaeus, Suecia. El proyecto tiene como objetivo verificar afirmaciones políticas y anteriormente le dijo a Poynter que estaba preocupado por la censura gubernamental. El sitio aún está activo al cierre de esta publicación, y eso podría deberse al hecho de que el gobierno de Zimbabwe está cambiando.

«La nueva administración ha mostrado hasta ahora que Zimbabue está abierta para los negocios», dijo Jean Mujati, gerente del programa de Zimbabwe para Fojo, en un correo electrónico a Poynter. «Hasta el momento, el ambiente ha sido de bienvenida a la idea de un proyecto de verificación de hechos y por eso se están utilizando las historias de la plataforma en publicaciones impresas y digitales».

En un continente con varios regímenes autoritarios, ZimFact es una rareza. De acuerdo con la base de datos del Reporters’ Lab, Africa Check es otra de las únicas organizaciones de verificación de hechos en la región —y por buenas razones.

«Hay varios lugares en África donde creo que les sería muy difícil o casi imposible operar a quienes verifican hechos», le dijo a Poynter el director ejecutivo Peter Cunliffe-Jones. «Eritrea, Etiopía, incluso países como Ruanda —si observan los registros de cosas como el Committee to Protect Journalists— tienen un récord muy pobre en libertad de prensa».

Y eso se manifiesta en múltiples barreras de entrada para posibles verificadores, como registrarse con el gobierno, posibles detenciones y redadas por publicar contenido político en línea. En Tanzania, el gobierno está a punto de aprobar una tarifa de unos $920 dólares para quienes manejan blogs, en un país con un ingreso per cápita nominal de menos de $900 dólares.

Sin embargo, los avances son posibles.

En 2012, Morsi Meter fue lanzado en el curso de la Primavera Árabe para hacer responsable de sus promesas al presidente egipcio Mohamed Morsi, entonces recién electo. Inspirado por el Obameter de PolitiFact, el proyecto funcionó con el apoyo de Zabatak, un grupo sin fines de lucro que ya no está en línea, cuyo objetivo era librar a Egipto de la corrupción.

Pero encontrar los medios de distribución y cobertura no es suficiente para garantizar el éxito un proyecto de verificación en un régimen como Egipto —que Freedom House dice que tampoco tiene libertad de prensa. Tiene que aparecer en el momento adecuado.

«Algo así es extremadamente peligroso en Medio Oriente», dijo Abbas Adel, fundador de Morsi Meter, en un correo electrónico a Poynter. «Tomamos el riesgo y fuimos anónimos al principio, pero finalmente los medios y la atención pública nos dieron el poder de desafiar al presidente públicamente».

Una vez que eso sucedió, el proyecto funcionó sin problemas durante los primeros 100 días de Morsi en el cargo, a pesar de los ataques partidistas de otros medios y las conspiraciones que decían que Morsi Meter estaba financiado por agentes de inteligencia extranjeros, dijo Adel.

«En realidad funcionó bastante bien, porque el momento fue el correcto», dijo Amr Sobhy, activista digital egipcio que trabajó en Morsi Meter, en un correo electrónico a Poynter. «El sitio web fue bien recibido por todos los medios locales y ayudó a los medios tradicionales a enfocarse en la misión de los primeros 100 días. La presidencia también en ese momento trató al sitio web como un esfuerzo legítimo de rendición de cuentas».

El proyecto finalizó después de los primeros 100 días de Morsi y desde entonces nadie ha tomado su lugar. Otros proyectos de verificación en países autoritarios tienen suerte de siquiera comenzar, y esto podría tener tanto que ver con el régimen mismo como con su efecto sobre las potenciales audiencias.

Tener impacto

En 2015, Alexey Kovalev lanzó un sitio de verificación de hechos llamado Noodle Remover —un juego de palabras de una expresión rusa que dice que mentir es como poner fideos en los oídos. Pero se dio por vencido después de un tiempo por falta de interés. Su publicación más popular obtuvo alrededor de 150,000 visitas en un país con unos 90 millones de usuarios de Internet, y dijo que no veía que sus verificaciones tuvieran un impacto discernible.

«Para ser honesto, simplemente no tengo tiempo ni voluntad para seguir adelante», dijo Kovalev, que ahora es editor en jefe de Coda Story, a Poynter. «Estaba llegando a una parte muy pequeña de la población que está lo suficientemente consciente como para saber que gran parte de las noticias que consumen están relacionadas con el estado».

«Aunque algunos de los artículos que publiqué en mi proyecto recibieron docenas de miles de visitas, fueron muy poco para tener un impacto significativo en el discurso. Hay aun más manipulación y noticias falsas en los medios rusos en estos momentos».

La fragancia de la propaganda estatal en Rusia puede ser discordante para los estadounidenses. Pero es común para los rusos —tan común que Kovalev dijo que los rusos se acercan a cualquier tipo de medio con una buena dosis de escepticismo, incluso a los medios más objetivos.

Con eso en mente, Kovalev dijo que hay una necesidad crítica de más verificación de hechos para filtrar entre tantas patrañas.

Las organizaciones fuera del país como Radio Free Europe/Radio Liberty han intentado desmentir, pero es difícil venderles medios extranjeros a los rusos. Algunos proyectos locales están dando pequeños pasos, como The Insider, un sitio de noticias de investigación que publica una sección semanal de desmentidos. Pero aun así, Kovalev dijo que el proyecto tiene dificultades para mantener una audiencia que necesite verificaciones en primer lugar.

«Nada se acerca siquiera a convertirse en una autoridad en la que todos confíen —por eso creo que la verificación de hechos está tan politizada», dijo. «No hay un solo periodista en Rusia en el que todos confíen en todos los lados del pasillo».

Desafíos continuos

Si bien algunas estrategias para verificar regímenes opresivos pueden ser la diferencia entre publicación y censura, también pueden causar dolores de cabeza a los verificadores.

Souzanchi dijo que aunque tener una base en Toronto es una razón importante por la que puede verificar al gobierno iraní, también hace que algunos lectores duden de su credibilidad. Para ellos, la ubicación importa.

«‘No saben qué está pasando porque no están en Irán o son agentes extranjeros’. La gente podría no decirlo, pero eso siempre es un obstáculo para nosotros», dijo. «Tratamos de evitarlo siendo abiertos acerca de nuestras fuentes y siendo claros en nuestros argumentos para que cada quien pueda verlo por sí mismo».

En el caso de Rusia, un proyecto local de verificación no sólo es preferible, sino que podría ser esencial para el éxito. Kovalev dijo que cualquier nueva organización de verificación tendría que estar ubicada dentro del país para obtener la aceptación de posibles audiencias.

«Incluso en segmentos politizados de la población, hay desconfianza en que sean extranjeros los que nos digan cuáles son noticias falsas y cuáles no», dijo. «No creo que haya mercado para verificadores extranjeros en Rusia. ¿Por qué confiarían los rusos en que extranjeros les digan qué es verdad y qué no?».

El primer ministro chino Li Keqiang y el primer ministro ruso Dmitry Medvedev asisten a una ceremonia de firma en el Gran Palacio del Pueblo en Beijing, China, el 1 de noviembre de 2017. (Thomas Peter / Pool Photo via AP).

Mientras tanto, en China, Kajimoto dijo que la única estrategia viable que podría prever para la verificación de hechos políticos sería establecer una organización que opere fuera del país. Pero incluso ese enfoque tiene sus defectos.

«No creo que sea posible la verificación independiente de hechos políticos dentro de China», dijo. «Una estrategia puede ser establecer una organización en un país extranjero, pero es probable que la Gran Muralla Digital te bloquee y no puedas llegar a las personas en China de esa manera».

Bajo ataque

Cuando un verificador logra lanzar y establecer una audiencia, el retroceso puede ser severo. Alijani dijo que recibir duras críticas en las redes sociales es una realidad para los verificadores que cubren la política iraní.

«Los verificadores están siendo atacados por extremistas de ambos lados —por quienes apoyan al régimen y por grupos opositores. Yo también he sido víctima de estos ataques», dijo. «He escuchado de algunos colegas que abandonaron un artículo de verificación porque no querían convertirse en objetivo de estos ataques y troleos en las redes sociales».

Souzanchi dijo que, luego de lanzar Rouhani Meter, el sitio fue pronto bloqueado por el gobierno y los lectores tuvieron que usar redes privadas virtuales (VPNs) para acceder a él —una herramienta que se está conviertiendo en realidad cotidiana para los iraníes que quieren acceder al internet sin censura.

«Luego salieron algunos artículos, especialmente de algunos grupos más duros, conservadores de línea dura, diciendo que somos títeres de la CIA y ese tipo de cosas», dijo. «Esa fue la primera reacción del gobierno».

Rouhani Meter ha sido desbloqueado desde entonces y agrega nuevas características a su sitio cada pocos meses. Y, según Souzanchi, tiene impacto.

En los últimos años, dijo, ha habido un mayor enfoque de ambos lados del espectro político iraní en las promesas de Rouhani —algo que no existía antes de Rouhani Meter. Durante el pasado año electoral, Souzanchi dijo que vio personas que citaban el rastreador de promesas en las redes sociales. En alguna ocasión incluso la cuenta de Rouhani en Twitter publicó sobre una promesa calificada por Rouhani Meter, usando el propio lenguaje de la organización.

«Estas pequeñas cosas son señales que estamos viendo, y él no ha dejado de hablar constantemente de cómo no ha olvidado sus promesas, que va a cumplir sus promesas», dijo. «Creo que Rouhani Meter ha desempeñado un papel en eso, en términos de estar siempre presente en esta conversación sobre las acciones del gobierno».

Incluso los déspotas comprenden el poder de la verificación de los hechos.

 

Este artículo fue publicado originalmente en Poynter, y es retomado en nuestro sitio con permiso.

Daniel Funke cubre verificación de hechos, desinformación en línea y noticias falsas para la International Fact-Checking Network en The Poynter Institute.

 

Corrección: Una versión anterior de este artículo afirmaba que Rouhani Meter y Fact-Nameh estaban desbloqueados en Irán. De hecho, Rouhani Meter no ha estado accesible desde poco después de su lanzamiento.

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