

Imagen: Cortesía de Mukhriz Hazim / Malaysiakini
Malaysiakini: el medio independiente que da “dolor de cabeza” a los poderosos
En 2003, la policía allanó la redacción de Malaysiakini tras la publicación de una carta anónima que el ala juvenil del partido gobernante consideró sediciosa. Los agentes exigieron revelar la identidad del autor, pero el personal se negó a hacerlo. Como resultado, la policía confiscó sus ordenadores y servidores.
Pocas horas después, alrededor de 200 simpatizantes se congregaron frente a la redacción en una vigilia con velas. Un lector, cargando un monitor, una unidad de procesamiento y un teclado, expresó su solidaridad al afirmar que los periodistas de Malaysiakini los necesitaban más que su propio hijo.
El equipo apenas se había recuperado cuando recibió un aviso de desalojo que les ordenaba desalojar la redacción.
Steven Gan, cofundador y exeditor en jefe de Malaysiakini, sostiene que su casero enfrentaba presiones gubernamentales debido a la labor de periodismo independiente del medio.
Desde su fundación hace más de dos décadas, Malaysiakini ha enfrentado multas impuestas por el gobierno y numerosas demandas judiciales, como parte de la reacción contra su reporteo. Sin embargo, el medio ha logrado mantenerse a flote a pesar de estos desafíos.
En 2021, Malaysiakini recibió como sanción una multa de 500.000 RM (unos 122.000 USD) por desacato, no por nada que el sitio hubiera escrito, sino por cinco comentarios que lectores habían realizado en el sitio. (Los lectores habían utilizado la sección de comentarios para desahogarse por error contra los tribunales tras la decisión del Fiscal General de suspender el procesamiento de un ex alto ministro por corrupción).
No fue la primera vez que Malaysiakini se ganó la ira del gobierno, pero aun así, la cifra fue un golpe y el equipo la consideró una maniobra para despojar de recursos al medio.
Malaysiakini volvió a pedir ayuda a sus lectores. En cinco horas, las contribuciones de los lectores permitieron cubrir la multa, con dinero de sobra para el fondo de defensa legal de la publicación.
“No estábamos conscientes de lo mucho le importaba al público nuestro caso”, recuerda Gan.

Steven Gan, a la izquierda de la imagen, y Premesh Chandran, cofundadores de Malaysiakini. Imagen: cortesía de Malaysiakini
Con un largo historial de decir la verdad al poder y de cubrir temas que otras publicaciones evitaban, Malaysiakini se ha enorgullecido de ser una piedra en el zapato de los poderosos. Por ejemplo, a principios de la década de 2000, la tenaz cobertura de Malaysiakini del Movimiento Reformasi del país –que pedía la dimisión del entonces Primer Ministro Mahathir Mohamad– hizo que éste tachara al sitio de “traidores” y prohibiera a sus periodistas asistir a las conferencias de prensa del gobierno. Años después de su dimisión, Mahathir ofreció esta valoración del medio: “Durante mi periodo, el dolor de cabeza era Malaysiakini”.
El año que viene, Malaysiakini, organización miembro del GIJN, será coanfitriona de la Conferencia Global de Periodismo de Investigación 2025 que se celebrará en Kuala Lumpur.
“Asia tiene más que su cuota de gobiernos autoritarios. Al celebrar su primera Conferencia Global de Periodismo de Investigación en esta parte del mundo, GIJN envía un mensaje inequívoco a estos gobiernos de que tendrán que rendir cuentas de sus actos. Los ciudadanos de estos países a menudo son mantenidos a oscuras: pueden oler el hedor de la corrupción, pero no verlo. Nuestra tarea como periodistas es encender la luz”, afirma Gan.
En un país donde los medios de comunicación están férreamente controlados por el gobierno y la autocensura es una forma de supervivencia, el persistente periodismo independiente de Malaysiakini se ha ganado la confianza y el apoyo de sus lectores, ha creado una demanda de información crítica y ha cambiado el panorama de los medios de comunicación.
Donde la información independiente es “revolucionaria”
Gan y su cofundador, Premesh Chandran, crearon Malaysiakini en 1999 como un sitio de noticias totalmente digital. Los dos trabajaron juntos en el periódico malasio The Sun y se desilusionaron por la información de facto progubernamental en publicaciones y emisoras que eran propiedad del Estado o de partidos políticos.
Por ejemplo, Media Prima Group, el mayor conglomerado mediático del país, es propiedad en parte de figuras afines al partido que gobernó la nación hasta 2018. Opera TV3, la cadena más vista del país. Asimismo, la Radio Televisión Malasia (RTM), de propiedad estatal, gestiona más de 30 emisoras de radio y tres canales de televisión. Y los partidos de la oposición tienen sus propias publicaciones.
Hace veinticinco años, las redes de Internet se conectaban por línea telefónica, los ordenadores eran aparatosas cajas que se colocaban sobre los escritorios y los teléfonos móviles tenían el tamaño y el peso de ladrillos. Pero el gobierno había prometido no censurar la web y las noticias digitales representaban una oportunidad para publicar informes críticos y dar a los malasios una visión no partidista de la situación política del país.
Era también una nueva era de activismo político, marcada por una oleada de protestas espoleadas por el despido y posterior detención del Viceprimer Ministro Anwar Ibrahim en 1998. La destitución de Anwar, la dura respuesta del gobierno a las protestas resultantes y la información en línea de Malaysiakini sobre estos acontecimientos políticos formaron la trilogía de eventos que rompieron el dominio del gobierno sobre la información.
“Tener un impacto político fue sencillo. Sólo con nuestros reportajes y dando espacio a los malasios para expresar sus opiniones, ya éramos diferentes”, explica Gan.
Durante años de reportear sobre Malaysiakini, Janet Steele, historiadora de los medios y profesora en la Universidad George Washington, ha disfrutado de acceso irrestricto a su redacción, a las reuniones editoriales y a la cobertura en tiempo real de temas sensibles. Con base en esta investigación, entrevistas al personal de Malaysiakini y un exhaustivo estudio del funcionamiento de la publicación durante más de 15 años, ha elaborado una etnografía del sitio: Malaysiakini y el poder de los medios independientes en Malasia.
“Malaysiakini hizo algo muy necesario”, explica Steele. “Desafió directa y explícitamente la autoridad de las élites y dio a los malasios de a pie un espacio seguro para expresar sus opiniones sobre temas tabú como la raza, la realeza y la religión”.
Steele había sido testigo del nivel de autocensura de la prensa tradicional, en la que los periodistas evitaban historias que probablemente no resistirían la aprobación editorial o que enfadarían al gobierno. En su lugar, compartían a sus amigos de Malaysiakini las historias sobre las que no podían informar. Cuando a Malaysiakini se le prohibía asistir a reuniones o se le dejaba fuera de las ruedas de prensa, otros periodistas compartían sus grabaciones de audio.
“Malaysiakini no está a favor del gobierno ni de la oposición. Es independiente. Investigan a todos”, señala Steele. “Puede parecer sencillo, pero en un entorno mediático no democrático, la información independiente y no partidista de Malaysiakini es realmente revolucionaria”.
“Su fuerza única son sus lectores, que están orgullosos de su apoyo a Malaysiakini y comparten su visión del futuro”, añade. “La idea de crear una Malasia en la que queremos vivir, a través del periodismo independiente y la libertad de expresión, es inspiradora y contagiosa”.
Tras salir de prisión, Anwar llegó a ser primer ministro del país en 2022 y elogió a Malaysiakini por sus reportajes críticos.
“En un momento en el que teníamos restricciones masivas, en el que los medios de comunicación no eran más que propaganda incesante, Malaysiakini estuvo ahí. (Digo esto) no porque hayan sido amables conmigo –también han sido duros contra mí–, pero como un pilar (de la democracia), así es como debe funcionar un medio independiente”, dijo Anwar en una entrevista de 2018 con Malaysiakini.

Imagen de una investigación sobre el escándalo 1MDB realizada por el equipo Malaysiakini. Imagen: Captura de pantalla
El complicado panorama de la prensa en Malasia
Malasia suele figurar entre los mejores países en cuanto a libertad de prensa en un continente asiático donde los regímenes autoritarios oprimen habitualmente a los medios de comunicación. Sin embargo, en la última edición de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras (RSF), Malasia ha descendido del puesto 73 al 107. La organización ha señalado cómo el gobierno del país sigue “ejerciendo una gran presión política para disuadir a los medios de comunicación de abordar temas delicados o de criticar a políticos y funcionarios del gobierno”.
Los medios de comunicación en línea malayos, en particular, también se ven afectados por un aumento de las restricciones impuestas por las autoridades. Desde el año pasado, RSF ha informado de un aumento del bloqueo de sitios web en Malasia que publican información considerada sensible por el gobierno.
“Según nuestros encuestados, esto se debe a un aumento de los temas considerados ‘tabú’ dentro de la sociedad malasia”, concluyó Aleksandra Bielakowska, responsable de incidencia de RSF con sede en Taipei.

Malasia se encuentra entre los países con mejor libertad de prensa en un continente asiático donde los regímenes autoritarios oprimen regularmente a los medios de comunicación, pero cayó 34 puestos en el Índice Mundial de Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras entre 2023 y 2024. Imagen: Captura de pantalla, Reporteros sin Fronteras
“En los últimos años estamos asistiendo a un preocupante deterioro de la libertad de prensa y del derecho a la información en el Sudeste Asiático. Los periodistas de la región trabajan bajo una presión cada vez mayor, se enfrentan a acoso legal y a violencia física y en línea, lo que obstaculiza su capacidad para informar sobre temas de interés público”, declara Bielakowska a GIJN.
En la respuesta oficial del gobierno a la caída en la clasificación, el Ministro de Comunicaciones de Malasia, Fahmi Fadzil, prometió “formular esfuerzos sostenibles” para mejorar la libertad de prensa.
Y aunque los periodistas malayos rara vez son objeto de agresiones físicas, siguen enfrentándose a una letanía de graves desafíos que van desde multas punitivas a desafíos legales cuando informan sobre temas delicados. También han habido casos en los que se ha revocado el permiso de trabajo a periodistas extranjeros.
A lo largo de los años, Malaysiakini también ha sido un objetivo frecuente. El CPJ ha documentado numerosos incidentes de acoso contra su personal, entre ellos contra el caricaturista político Zulkiflee Anwar Ulhaque, conocido como Zunar, y la reportera Susan Loone, que fue detenida e interrogada por la policía en respuesta a un informe crítico que escribió sobre el supuesto trato que recibía un líder de la oposición mientras estaba detenido.
Los intentos por acallar a los reportajes de Malaysiakini han ido desde ciberataques al momento de acontecimientos políticos y elecciones hasta un supuesto hechizo de magia negra y vandalismo que salpicó sus paredes con pintura roja y dejó en su puerta una caja llena de fideos de arroz y un pato casi muerto. Como respuesta desafiante a esta intimidación, adoptaron al pato, lo cuidaron hasta que se recuperó y Malaysiakini invitó a los lectores a sugerir un nombre para él. (El ave, que vivió cinco años más, se llamó finalmente “Tessy”).
Mantener la información independiente
En sus humildes comienzos, Malaysiakini contaba con un reducido grupo de empleados en una oficina anodina de Petaling Jaya, un barrio residencial a las afueras de Kuala Lumpur, la capital de Malasia.
Hoy en día, su oficina es un verdadero hervidero de actividad, donde entre 60 y 70 periodistas, diseñadores gráficos y productores de video trabajan juntos para publicar reportajes multimedia y videos en cuatro idiomas: inglés, bahasa malayo, chino y tamil.
El edificio, denominado @Kini, fue inaugurado en 2014, coincidiendo con el 15º aniversario de Malaysiakini. Este logro es un testimonio de la tenacidad del sitio y del compromiso de sus lectores, quienes se unieron para financiar su compra a través de la campaña “Compra un ladrillo”. En esta iniciativa, los lectores contribuyeron con 1.000 RM (aproximadamente 260 USD) para inscribir sus nombres en un ladrillo del nuevo edificio, simbolizando su apoyo al periodismo independiente.
“Somos como un mosquito: demasiado pequeños para representar una amenaza importante, pero siempre zumbando, haciendo preguntas difíciles y molestando al gobierno”, dice Chandran sobre la supervivencia de Malaysiakini a las amenazas a sus operaciones, que incluyeron el estallido de la burbuja puntocom, ser etiquetado como traidor por un primer ministro y ser señalados para su clausura por otro.
Gan y Chandran tuvieron la clarividencia de saber que el periodismo contundente que querían hacer necesitaba un modelo de negocio que no dependiera excesivamente de ninguna fuente de ingresos. El dúo se ha retirado de las operaciones cotidianas: Gan sigue como editor general y Chandran, quien se desempeñó como director ejecutivo, permanece en la junta directiva. Como parte de su plan de sucesión, los dos fundadores están cediendo parte de sus acciones a una nueva fundación creada para garantizar la independencia de Malaysiakini.
Esa previsión que les guió hace más de 20 años sigue siendo válida hoy en día, en la era de la influencia de las redes sociales en la producción y el consumo de noticias, y de la competencia entre otros medios de noticias en línea. El Informe de Noticias Digitales 2024 del Instituto Reuters situó a Malaysiakini como el medio de noticias en línea más consultado del país, con un índice de confianza del público del 60%. Pero Chandran advierte que los sitios de noticias deben seguir evolucionando: “Los sitios web ahora están siguiendo el mismo camino que los periódicos. Malaysiakini tiene una marca reconocida, pero si no cambiamos, podemos terminar como otras marcas tradicionales como Nokia y Kodak”.
El actual modelo de negocio de Malaysiakini se basa en una combinación de suscripciones de los lectores, anuncios en el sitio web y contenidos de pago de los anunciantes, lo que proporciona estabilidad frente a las fluctuaciones de los ingresos vinculadas a los sucesos políticos, explica Seenhau Tham, jefe de operaciones, que asumió la dirección de la parte comercial de Malaysiakini después de que Chandran dejara el cargo de director ejecutivo en 2022.
Además de sus reportajes políticos y de su galardonada cobertura de las elecciones, que han forjado su reputación, Malaysiakini ha diversificado su contenido informativo para incluir reportajes de investigación multimedia sobre temas como el medio ambiente y el género.

La campaña “Compra un ladrillo” instó a sus seguidores a ayudar a “construir un hogar para los medios independientes” en Malasia. Imagen: cortesía de Malaysiakini
En la actualidad, Malaysiakini es el único medio del país que informa en cuatro idiomas. Chandran y Tham insistieron en que informar en distintas lenguas no es sólo una cuestión de traducción, sino de encontrar el mejor medio que satisfaga las necesidades de cada audiencia.
Por ejemplo, cuando Malaysiakini se lanzó en tamil, empezó con el vídeo para atender las necesidades de la audiencia tamil y tener en cuenta la forma en que se utiliza el tamil como lengua. “El tamil tiene su propio alfabeto y puede que no se lea tanto como se habla”, explica Chandran.
Malaysiakini también se ha adaptado a las necesidades de sus lectores en un panorama informativo cambiante, buscando historias que impulsen el cambio más allá del ámbito de la política.
Aidila Razak, editora de reportajes especiales de Malaysiakini, compartió que un reportaje premiado sobre el secuestro de bebés en Sabah, en la isla de Borneo, empezó como una historia sobre cómo la apatridia de los indígenas bajau laut suponía un obstáculo para el acceso a la salud. Sin embargo, en las entrevistas aparecía un detalle inquietante.
“Las madres tenían miedo de ir al hospital y preferían dar a luz en casa. Habían oído muchas historias de otras madres sobre bebés que les habían sido arrebatados”, cuenta Aidila. La historia reveló la impactante práctica de cómo los bebés nacidos de mujeres apátridas eran dados en adopción sin su consentimiento.
“Ahora hay más madres conscientes de sus derechos. Saben que el departamento de bienestar social no puede simplemente determinar que son madres no aptas y quitarles a sus bebés”, señala Aidila, hablando sobre el impacto del reportaje.
Y luego está uno de los ejemplos más recientes de la voluntad de Malaysiakini de trazar un rumbo independiente. A principios de este año, el guardaespaldas del príncipe heredero de Johor, el segundo estado más poblado de Malasia, fue acusado de agredir físicamente a un conductor sordo de un servicio de transporte que no pudo oír la petición de que moviera su vehículo y dejara paso a la comitiva real. El incidente fue grabado por una cámara de tablero y presentado en conferencia de prensa.
El príncipe heredero emitió un comunicado en el que pedía justicia para el conductor junto con la promesa de no obstaculizar las investigaciones. La mayoría de los medios que asistieron a la conferencia de prensa no informaron sobre el hecho por temor a avergonzar al príncipe heredero. Otros sitios que lo hicieron, luego retiraron sus artículos debido a la sensibilidad de informar sobre la realeza.
¿Pero qué hizo Malaysiakini? “Malaysiakini informó sobre la historia como de costumbre”, dice Aidila.
Ana P. Santos es periodista y cuenta con más de 10 años de experiencia. Su trabajo ha sido publicado por Rappler, DW Alemania, The Atlantic y Los Angeles Times. Se especializó en informar sobre cuestiones de género relacionadas con la salud sexual y reproductiva, el VIH y la violencia sexual. Como becaria Persephone Miel del Centro Pulitzer en 2014, informó sobre la migración laboral en Europa y Oriente Medio.