

Ilustración: Nodjadong Boonprasert para GIJN
Guía de GIJN para investigar los combustibles fósiles: empresas privadas y estatales
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Las empresas de combustibles fósiles, algunas de las cuales llevan décadas diseminando desinformación al público sobre la emergencia climática, están tratando de cambiar su imagen a la de líderes climáticos mundiales.
Grandes empresas privadas como Exxon, Shell, BP y Chevron, junto con empresas estatales como Saudi Aramco, la brasileña Petrobras y la Abu Dhabi National Oil Company, han presentado en los últimos años planes de sostenibilidad corporativa en los que prometen ayudar al mundo a alcanzar las emisiones “cero neto” de carbono para 2050, un objetivo que implica eliminar o neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero de la humanidad.
Estos compromisos a gran escala han ido acompañados de una serie de promesas. Los mayores productores de petróleo y gas del planeta afirman que, en el camino hacia emisiones “cero neto”, reducirán o compensarán las emisiones de sus empresas, dejarán de utilizar carbón en sus economías nacionales, utilizarán métodos como la captura de carbono para mitigar las emisiones, eliminarán las fugas de metano y reducirán la intensidad de carbono de la extracción y producción de combustibles fósiles.
Se trata de una vertiginosa serie de compromisos, promesas y objetivos provisionales, casi todos voluntarios. Sin embargo, a pesar de estos elevados objetivos por parte de una industria que se encuentra en el centro de la emergencia climática, el consumo mundial de combustibles fósiles, junto con las emisiones de energía, alcanzaron máximos históricos en 2023, según una organización de análisis de datos de larga trayectoria llamada Energy Institute. Al parecer, las estrategias climáticas corporativas aún no se ven reflejadas en las acciones necesarias para evitar niveles peligrosos de calentamiento planetario.
Por eso es fundamental que los periodistas llamen la atención del público sobre las brechas que existen entre los planes climáticos de la industria de los combustibles fósiles y sus decisiones empresariales reales. Si una empresa promete medidas audaces para reducir las emisiones al tiempo que planea una expansión significativa de la producción de combustibles fósiles, entonces es factualmente correcto comunicar a los lectores que su plan climático tiene problemas significativos. En este capítulo de la guía se explica por qué.
Por encima de todo, los periodistas deben mostrarse extremadamente escépticos ante las afirmaciones sobre el clima por parte de los productores de petróleo y gas. Un ejemplo ilustrativo es Shell, que figura entre los diez mayores emisores de gases de efecto invernadero entre los productores de combustibles fósiles, según la base de datos Carbon Majors 2024 publicada por InfluenceMap.
Mucho antes de que el cambio climático se conociera públicamente, Shell ya financiaba investigaciones al respecto. La empresa ayudó a crear la Unidad de Investigación Climática de la Universidad de East Anglia en 1972 y, en 1988, publicó un informe confidencial en el que cuantificaba su propia contribución al aumento de la temperatura mundial. De 1989 a 1998, la operación estadounidense de Shell, llamada Shell Oil, perteneció a un grupo industrial llamado Coalición Climática Global que intentó convencer al público estadounidense de que el cambio climático causado por el hombre se basaba en una ciencia no probada, restando así importancia a la amenaza. La empresa acabó renunciando a esas tácticas y ha pasado las dos últimas décadas reinventándose como un socio de buena fe en la lucha contra el cambio climático, lo que culminó con su anuncio en 2020 de que se convertiría en una empresa de carbono cero neto para 2050. Sin embargo, Shell replanteó su estrategia de carbono cero en 2023, debilitando un objetivo de intensidad de carbono que había fijado previamente para 2030, según un informe del Financial Times. Ese año, anunció a los inversores que aumentaría su negocio de gas natural. El director ejecutivo de la empresa, Wael Sawan, argumentó que estos cambios harían que el logro de los objetivos climáticos fuera “más, no menos, probable”, una postura criticada por los grupos ecologistas.
La historia es similar con los demás productores de petróleo y gas responsables de la mayoría de las emisiones industriales del mundo. Primero, la mayoría de las empresas de petróleo y gas negaron, desestimaron o ignoraron la emergencia climática. Luego, en los últimos años, dieron a conocer promesas climáticas que parecían ambiciosas. Y ahora, a pesar de esas promesas o incluso debido a ellas, su producción de combustibles fósiles está batiendo récords. En este capítulo, proporcionaremos técnicas prácticas y fuentes de datos que pueden ayudar a los periodistas a entender el enfoque de la industria respecto del cambio climático. Mostraremos cómo encontrar información detallada sobre los planes climáticos de cada empresa, sugeriremos cómo evaluar las promesas corporativas de emisiones e indicaremos ejemplos de narraciones claras y convincentes sobre un tema que a veces puede parecer intimidantemente complejo.
Dónde encontrar los compromisos climáticos corporativos
Las compañías de petróleo y gas son algunos de los expertos originales en marketing y publicidad, como han documentado Drilled y otros medios. Por ello, siempre que se investigue un plan climático corporativo puede ser útil hacerse una idea de cómo se está vendiendo el plan al público. El lugar más fácil para empezar es visitar la sección de “sostenibilidad” del sitio web de una empresa de combustibles fósiles. Allí encontrarás información básica sobre las promesas y objetivos de la empresa. Las páginas web de las empresas también pueden enlazar con “informes de sostenibilidad” que ofrecen más detalles, como información sobre demandas judiciales. A continuación, vale la pena averiguar qué aspectos de su plan climático la empresa está destacando en su publicidad. Un recurso útil para conseguirlo es el Centro de Transparencia Publicitaria de Google. Si seleccionas un país y buscas una empresa de combustibles fósiles, te mostrará ejemplos recientes de anuncios de esa empresa en Google. Otro recurso útil para este tipo de investigación es la Biblioteca de anuncios de Facebook, que ofrece información detallada sobre las campañas publicitarias en Facebook.
Saber cómo una empresa describe y promociona sus promesas climáticas al público puede ser un punto de partida útil para desarrollar historias. A través de esta investigación preliminar puedes enterarte, por ejemplo, de que Exxon promociona su negocio de hidrógeno “bajo en carbono” o de que BP America hizo publicidad sobre la captura y el almacenamiento de carbono. Ahora puedes empezar a plantearte las grandes preguntas. ¿Por qué esta empresa hace énfasis en una solución climática el lugar de otra? ¿En qué no hace énfasis? ¿Qué puede ganar económicamente? Conocer los detalles de su marketing también te permitirá empezar a profundizar en tu investigación. ¿Qué tipo de recursos, si los hay, está destinando la empresa a su solución preferida? Y, ¿está logrando avances?
Cómo profundizar en las promesas corporativas
Las empresas de combustibles fósiles suelen presentar al público sus promesas climáticas en términos amplios, vagos y optimistas. Pero, dado que estos planes generan consecuencias financieras y políticas, las empresas tienen que ser mucho más específicas cuando tratan con inversores y reguladores. Encontrar estas comunicaciones puede revelar mucho sobre la verdadera naturaleza de las promesas corporativas, como cuán completas son, los plazos y cómo se llevarán a cabo las reducciones. Un buen lugar para empezar es el Carbon Disclosure Project (Proyecto de Divulgación de Carbono), ahora conocido como CDP, una organización sin ánimo de lucro que durante décadas ha catalogado y clasificado las divulgaciones medioambientales de las principales empresas, ciudades y regiones.
CDP mantiene una base de datos en línea en la que las empresas presentan voluntariamente informes en los que indican, entre otras cosas, los riesgos climáticos a los que se enfrentan, sus objetivos climáticos internos activos, sus avances hacia esos objetivos e información detallada sobre sus emisiones reales. Según CDP, las empresas lo hacen por varias razones, entre ellas proteger y mejorar su reputación y obtener acceso al capital.
Para acceder a estos informes, el primer paso es registrarse en CDP, tras lo cual se puede buscar en el sitio por empresa. La divulgación realizada por cada empresa recibe una calificación del CDP, que indica la calidad y exhaustividad de la información que hace pública, así como sus esfuerzos corporativos para alcanzar los objetivos climáticos. Los reporteros pueden estar razonablemente seguros de la precisión e integridad de estas calificaciones porque CDP es una organización independiente cuya metodología de puntuación se alinea con los estándares internacionalmente reconocidos para las divulgaciones climáticas. Aunque los perfiles de CDP corresponden principalmente a empresas privadas, la base de datos también incluye información de empresas estatales como Petrobras y Petronas de Malasia. Busca la empresa que estés investigando y puede que te sorprendan los resultados que encuentres.

El Carbon Disclosure Project ofrece una amplia gama de conjuntos de datos para que los periodistas puedan realizar búsquedas. Imagen: captura de pantalla, Carbon Disclosure Project
A veces, se pueden desarrollar historias convincentes con solo contrastar lo que una empresa de petróleo y gas dice públicamente sobre el cambio climático, con lo que contienen sus divulgaciones al CDP. Suncor, por ejemplo, pertenece a un grupo industrial canadiense llamado Pathways Alliance, que agrupa a los seis principales productores de arenas petrolíferas del país, una forma de petróleo especialmente intensiva en carbono. Pathways lleva años promoviendo un plan para ayudar a reducir en 22 millones de toneladas las emisiones anuales de la industria canadiense de arenas petrolíferas en una década. Sin embargo, al mismo tiempo, Suncor buscaba activamente abrir “nuevos mercados internacionales en los próximos 5 – 10 (años) para nuestro petróleo crudo y productos refinados”, como descubrió el autor de este capítulo al revisar uno de los informes CDP de Suncor para el medio de comunicación especializado en cambio climático DeSmog. Entretanto, la empresa también procuraba tranquilizar a los inversores diciendo que, si en Norteamérica despegan alternativas más limpias al petróleo, sus productos de combustibles fósiles “se transportarán fácilmente a los mercados mundiales”. Esto es significativo porque Suncor es el segundo productor de petróleo de Canadá. Tomar medidas para reducir las emisiones de toda la industria en casa mientras se amplía su propia huella climática en el extranjero, pone en entredicho la credibilidad de la contribución de Suncor al plan climático Pathways. Ni Suncor ni Pathways Alliance respondieron a la solicitud de comentarios de DeSmog.
Otra forma de utilizar los informes CDP es comparar los informes de varios años para analizar el progreso declarado por una empresa en materia de emisiones. En ocasiones, las empresas facilitan cifras concretas sobre las emisiones de diversos aspectos de sus actividades y operaciones corporativas. Una colaboración periodística entre ProPublica y el Oregonian/OregonLive pudo construir una historia impactante sobre las emisiones de combustibles fósiles de Nike con este método. En años sucesivos, el gigante de la ropa había revelado datos que mostraban que sus emisiones procedentes de los aviones privados de la empresa estaban aumentando sustancialmente. El artículo resultante se titulaba: Después de que los líderes de Nike prometieran medidas climáticas, sus aviones corporativos siguieron volando y contaminando. La empresa afirmó en un comunicado que los aviones privados mejoran la productividad y responden a las preocupaciones de seguridad de los ejecutivos. En cuanto a la reducción de la contaminación por carbono, la empresa declaró que “se centra en las áreas de mayor impacto de Nike”, que es la producción de materiales para sus zapatillas y calzado.
Al analizar las divulgaciones de las empresas de combustibles fósiles, ve si puedes encontrar tendencias notables en las cifras que hacen públicas. Si las emisiones de un elemento específico del negocio de una empresa de petróleo y gas están aumentando significativamente, a pesar de sus promesas climáticas, eso podría ser una buena historia. Por ejemplo, The Guardian y Floodlight informaron, en el marco de una investigación de 2021 sobre ExxonMobil, que la empresa estaba quemando grandes cantidades de gas excedente en Guyana –lo que provocaba 770.000 toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero– a pesar de las promesas al gobierno de que pondría fin a esa práctica. “Nuestro trabajo y el apoyo del gobierno de Guyana son la base de una relación mutuamente beneficiosa a largo plazo que ya ha creado un valor significativo para el pueblo de Guyana”, respondió Exxon cuando se le contactó para el reportaje.
Comprender las diferentes categorías de reducción de emisiones
Al evaluar el plan de sostenibilidad climática de una empresa, es fundamental saber qué tipos de emisiones planea reducir y analizar cada una de ellas.
Las emisiones de una empresa pueden dividirse en tres grandes categorías.
- Las emisiones de alcance 1 se refieren a los gases de efecto invernadero liberados por las operaciones de una empresa. Podría tratarse de las emisiones de las plataformas de perforación y los camiones de transporte de la empresa.
- Las emisiones de alcance 2 se refieren a las emisiones indirectas necesarias para las operaciones de una empresa. Por ejemplo, podría tratarse de las emisiones de la electricidad que una empresa compra para mantener encendidas las luces de su refinería de petróleo.
- Las emisiones de alcance 3 provienen del uso y quema de los combustibles fósiles producidos por una empresa por parte de los consumidores. Cada vez que conduces un coche de gasolina, por ejemplo, estás liberando emisiones de alcance 3 por el tubo de escape.
Esta conversación entre David Roberts, escritor especializado en energía, y Laura Draucker, de la organización sin ánimo de lucro Ceres, ofrece una buena visión general de los distintos alcances y su significado.
Conocer estas distinciones es crucial, porque casi todos los planes climáticos de la industria del petróleo y el gas se centran en las emisiones de Alcance 1 y 2, y no en las de Alcance 3. Se trata de una omisión importante, porque hasta el 95% de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a una empresa de petróleo y gas pertenecen a la categoría de Alcance 3, según expertos del sector como la empresa de análisis de datos Wood Mackenzie. Por eso, cuando una empresa de petróleo y gas promete alcanzar el “cero neto” o hace cualquier otra promesa de reducción de emisiones, averigua a qué categorías de emisiones se refiere. Un plan que sólo reduzca las emisiones operativas de una empresa (Alcance 1 y 2) sin hacer nada por reducir las emisiones derivadas de la combustión real de sus productos (Alcance 3) probablemente esté permitiendo a la empresa aumentar su contaminación general por carbono. Es decir, le permite vender más petróleo y gas en general mientras alega un progreso climático por hacer el proceso de producción un poco más limpio.
Medir las emisiones de Alcance 3 es sin duda más complicado que las de Alcance 1 y 2 porque implica hacer un balance de las largas y complejas cadenas de suministro globales. También hay factores que potencialmente escapan al control de una empresa de combustibles fósiles, como el hecho de que un país o estado concreto tenga una normativa estricta o laxa sobre el kilometraje de los vehículos. Sin embargo, las empresas de combustibles fósiles han empezado a abordar estos retos técnicos, como demuestran los objetivos de alcance 3 fijados en los últimos años por varias grandes empresas europeas de petróleo y gas. No se ha avanzado mucho en la consecución de estos objetivos. El debate sobre a quién corresponde exactamente la responsabilidad de las emisiones de Alcance 3 puede ser un potente material para reportajes. Un ejemplo ocurrió en febrero de 2024, cuando un destacado ejecutivo del petróleo y el gas pareció culpar a los consumidores por no ser conscientes de las emisiones liberadas por la combustión de gasolina y por no querer pagar el precio asociado a la reducción de las emisiones. The Guardian informó sobre el debate, incluso citando economista climático de la Escuela de Negocios de Columbia, Gernot Wagner, quien dijo: “Es como si un jefe del narco culpara a todo el mundo menos a sí mismo por los problemas causados por la drogas”.
Si una empresa realmente abordara los impactos climáticos de Alcance 3 de su negocio, implicaría una reestructuración de todo su modelo de negocios. Algunas formas emergentes en que las empresas están abordando las emisiones de Alcance 3 han sido descritas por empresa de análisis de datos Wood Mackenzie, e incluyen la “diversificación agresiva hacia energías renovables y combustibles de bajas emisiones”. Por lo tanto, en general, es seguro asumir que si el aumento de la producción de combustibles fósiles es el resultado final del plan de una empresa, entonces ese plan no está haciendo mucho para abordar los factores fundamentales que impulsan el cambio climático, es decir, una economía global dependiente del petróleo, el gas y el carbón. Como verás más adelante en este capítulo, los planes climáticos de las empresas de petróleo y gas que sólo se centran en las emisiones de Alcance 1 y Alcance 2 podrían estar empeorando la crisis climática.
Por si todo eso no fuera suficientemente complicado, los periodistas también deben prestar atención a los tipos de reducción de emisiones que promete una empresa. A menudo, cuando las empresas fijan objetivos climáticos voluntarios, esos objetivos se refieren a una reducción de la intensidad de las emisiones en contraposición a una disminución absoluta de las emisiones. Se trata de una distinción importante. La intensidad de carbono se refiere a la relación entre la producción y las emisiones de una empresa. Así, si una empresa petrolera libera X cantidad de emisiones por cada barril que produce, y luego hace ese proceso más eficiente, su intensidad de carbono disminuiría. Pero si la empresa produce más barriles de petróleo durante el mismo periodo de tiempo, sus emisiones absolutas podrían aumentar. Para más información, consulta esta publicación de la London School of Economics.

La London School of Economics examinó cuándo las principales compañías petroleras establecieron (y luego actualizaron) sus objetivos de reducción de emisiones. Imagen: Captura de pantalla, LSE
Un área a investigar puede ser cuando una empresa sólo establece un objetivo de intensidad. Esto se debe a que, si la empresa no toma ninguna medida adicional, el resultado real será que las emisiones totales de la empresa aumentarán. Por ejemplo, una empresa ha anunciado el objetivo de reducir entre un 20% y un 30% la intensidad de los gases de efecto invernadero en toda la empresa para 2030, aplicándolo únicamente a sus emisiones de Alcance 1 y 2. Si lo consiguiera, significaría que el proceso de producción de cada barril de petróleo sería hasta un 30% más limpio. Pero no hay límite en el número total de barriles que produce la empresa y las compañías siguen desarrollando nuevas reservas de petróleo. Quemar ese petróleo adicional acelerará el cambio climático, aunque el proceso de producción sea ligeramente menos perjudicial para el medio ambiente.
Busca documentos enviados a los gobiernos
Para ayudar a analizar estos detalles, puede ser útil consultar las comunicaciones oficiales de una empresa a los organismos gubernamentales y reguladores.
En ocasiones, es revelador lo que dicen las empresas en sus comentarios durante las audiencias sobre la nueva legislación climática. Si una posible ley afecta a la industria de los combustibles fósiles, es probable que las empresas o sus asociaciones comerciales proporcionen comentarios detallados accesibles al público. Otro ejemplo podrían ser las transcripciones de representantes corporativos hablando en investigaciones gubernamentales o solicitudes escritas para obtener aprobaciones ambientales para nuevos proyectos. A veces es posible encontrar estas comunicaciones buscando el nombre de la empresa en los sitios web gubernamentales. Las solicitudes de acceso a la información también pueden resultar útiles.
Otra forma de encontrarlas es buscar registros de debates públicos para propuestas de regulaciones climáticas nacionales o subnacionales. Ocasionalmente, estas comunicaciones se pondrán a disposición del público en los sitios web de empresas o grupos comerciales, en la sección “sala de prensa” o “medios de comunicación”.
Si estás investigando a una empresa estatal, es posible que revele información sobre sus promesas climáticas a los reguladores o responsables políticos de su país de origen. Otra opción es comprobar si la empresa estatal tiene una filial internacional, por ejemplo en Estados Unidos. Esa filial puede revelar más información pública que en el país donde la empresa tiene su sede.
Las comunicaciones a gobiernos y organismos reguladores pueden ser recursos útiles para los reporteros: es probable que la mayoría de las jurisdicciones en las que opera una empresa de petróleo y gas tengan algún tipo de objetivo climático nacional o subnacional jurídicamente vinculante. En sus comunicaciones, las empresas suelen intentar convencer a los responsables políticos de que sus planes climáticos voluntarios están alineados con los objetivos gubernamentales. Pueden solicitar financiación de los contribuyentes para apoyar sus planes u oponerse a políticas gubernamentales que pongan límites a su producción de petróleo y gas. Este puede ser un terreno fértil para reportajes.
Para un artículo de DeSmog, por ejemplo, el autor de este capítulo encontró una presentación que la Pathways Alliance hizo al gobierno canadiense, sugiriendo que su estrategia de cero emisiones netas, que se centraba principalmente en las emisiones de Alcance 1 y 2, probablemente resultaría en un aumento de sus emisiones de Alcance 3. “A medida que nuestro sector se descarboniza, creemos que las arenas petrolíferas pueden desempeñar un papel aún mayor en la producción de energía para Canadá y el mundo”, afirmaba Pathways en la presentación. Se refería a la posibilidad de que un proceso de producción más limpio de las arenas petrolíferas canadienses –también conocidas como “arenas bituminosas” porque el petróleo pesado está mezclado con arena y otros materiales– podría dar lugar a que Canadá exportara más petróleo al extranjero. Según cita DeSmog, un defensor del medio ambiente afirmó que este resultado representaría “un golpe mortal para nuestros objetivos climáticos”.
En Estados Unidos, mientras tanto, busca las declaraciones de las empresas que cotizan en bolsa ante la Comisión de Bolsa y Valores. Comprueba también las declaraciones a nivel estatal.
Cómo evaluar los planes de expansión de una empresa
La medida más importante de la promesa climática de una empresa, como hemos visto, es si pone límites a la producción real de combustibles fósiles. La mejor manera de investigar si los compromisos de producción “cero neto” están guiando las decisiones sobre las estrategias de suministro de petróleo y gas es revisar los materiales que las empresas ponen a disposición de los inversores.
Una forma fácil de acceder a parte de este material es ir a la sección de “relaciones con los inversores” del sitio web de una empresa, que a veces se llamará “inversores” o alguna otra variante. Allí, la empresa suele hacer presentaciones de sus resultados trimestrales y también anuncios de ganancias en las que los inversores pueden preguntar a los ejecutivos de la empresa sobre los planes de crecimiento y las decisiones de sostenibilidad. Si una empresa presume de nuevas y enormes reservas de petróleo y gas que planea explotar, es una información valiosa a tener en cuenta a la hora de investigar su plan climático. Otra posible fuente de información pueden ser documentos como los prospectos de bonos o préstamos, que podrían incluir los términos y condiciones de un acuerdo relacionado con la industria de los combustibles fósiles.
También puedes obtener información útil en sitios del sector. La publicación OilPrice.com suele ofrecer abundante material gratuito, al igual que World Oil. Revistas especializadas como Oil & Gas Journal mantienen la mayoría de sus artículos tras un muro de pago, pero a veces se puede acceder a ellos a través de bases de datos como LexisNexis. También existen datos valiosos elaborados por empresas de investigación independientes como Rystad Energy (el sitio web de la empresa contiene muchos artículos gratuitos, pero los datos más detallados sobre empresas concretas no suelen ser gratuitos). También hay que consultar Data Desk, una consultoría británica de investigación y datos especializada en la crisis climática. Global Energy Monitor dispone de información sobre unidades de energía a carbón en todo el mundo a través de su Global Coal Plant Tracker.
El contraste entre los ambiciosos objetivos climáticos y los datos comerciales reportados por los observadores del sector puede ser la base de historias impactantes. En marzo de 2024, el New York Times publicó un reportaje sobre datos de Rystad Energy que mostraban que Petrobras bombea anualmente casi tanto crudo como Exxon y podría convertirse en el tercer mayor productor de petróleo del mundo en 2030. La historia enmarcaba esa trayectoria “en marcado contraste” con los esfuerzos del gobierno brasileño por proteger la Amazonia e impulsar las energías renovables. Citaba al presidente ejecutivo de la empresa, Jean Paul Prates, quien afirmó que “tenemos que corresponder a las expectativas del mercado de petróleo, gas y sus derivados”, y que “Petrobras llegará hasta el final de la última gota de petróleo, así como lo harán Arabia Sauditas o los Emiratos”.
Puede ser confuso tratar de conocer detalles específicos sobre los impactos climáticos del plan de negocios de una empresa, porque hoy en día la industria a menudo retrata la expansión de los combustibles fósiles como una solución climática. Esto es especialmente cierto en el caso del mercado mundial del gas natural licuado (GNL), en rápida expansión. Cuando el gas se quema para generar electricidad, emite menos gases de efecto invernadero que el carbón, el combustible fósil más sucio desde el punto de vista climático. Por ello, las empresas petroleras y de gas suelen comercializar sus planes de expansión de las exportaciones de GNL como un avance climático, argumentando que el gas ayudará a que las economías de los países en desarrollo abandonen el carbón. Un ejecutivo de Shell dijo en marzo de 2024 que China “pretende reducir las emisiones de carbono cambiando el carbón por el gas” y, por lo tanto, “el gas tiene un papel esencial que desempeñar en la lucha contra una de las mayores fuentes mundiales de emisiones de carbono y de contaminación atmosférica local”. Shell, por su parte, planea “aumentar nuestro negocio de GNL entre un 20% y un 30% para 2030 en comparación con 2022”, según su estrategia de transición energética para 2024.
Los periodistas de investigación deben tratar con escepticismo cualquier afirmación sobre los beneficios climáticos del gas natural. Puede que el gas se queme de forma más limpia que el carbón, pero las fugas de gas metano durante la producción y el transporte de este combustible fósil contribuyen gravemente al cambio climático, según un estudio revisado por expertos y publicado en Nature en marzo de 2024. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ha indicado que, a corto plazo, el “potencial de calentamiento global” del metano es entre 84 y 86 veces superior al del dióxido de carbono, según resume la Agencia Internacional de la Energía (AIE). De hecho, muchos científicos coinciden en que estas emisiones de metano suelen estar infravaloradas, a pesar de que las concentraciones atmosféricas mundiales de metano crecen rápidamente. La AIE afirma que aproximadamente un tercio de todas las emisiones de metano proceden del sector energético, que incluye el petróleo, el gas y el carbón. Según un análisis reciente publicado en The New Yorker, las fugas de metano no contabilizadas hasta ahora podrían significar que el gas es, de hecho, peor para el clima que el carbón.
Por eso es útil que los periodistas conozcan la huella de metano de una empresa concreta a la hora de evaluar sus promesas climáticas, sobre todo si esa empresa planea una expansión significativa de sus operaciones de GNL. La transparencia empresarial sobre estas emisiones suele ser escasa, pero la Red Mundial de Periodismo de Investigación (GIJN, por sus siglas en inglés) ha publicado una guía con consejos para medir y reportear sobre el metano. El seguimiento de las declaraciones de las empresas a los organismos reguladores, como la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos, es cada vez más útil a medida que se endurecen las normativas.
Las empresas y los organismos reguladores son conscientes de este problema y, en los últimos años, muchos grandes productores de petróleo y gas se han comprometido voluntariamente a reducir las emisiones de metano a lo largo de sus cadenas de suministro. Estos esfuerzos, si se aplican eficazmente, podrían sin duda reducir el impacto climático global de la producción de gas. Pero la pregunta crucial que deben hacerse los periodistas es si estos planes climáticos de las empresas permiten que aumente la producción global de combustibles fósiles.
Exxon, por ejemplo, prometió en enero de 2024 reducir la intensidad de metano en toda la empresa hasta en un 80% para 2030. Un artículo de Reuters de marzo de 2024 señaló que la empresa ya se había adelantado a sus planes de duplicar el tamaño de su cartera mundial de GNL en el mismo periodo de tiempo. Citó a un ejecutivo de la compañía que afirmó que “el mercado se está expandiendo. Y para 2050, el 75% de la demanda mundial de energía estará en Asia-Pacífico, así que estamos realmente centrados en esa área”.
Una duplicación de su negocio de gas, incluso si se produjera al mismo tiempo que Exxon alcanza su objetivo de metano, tendría un impacto global negativo sobre el cambio climático. Porque el gas, que en teoría podría ser más limpio que el carbón si se eliminaran las fugas de metano, sigue siendo un combustible fósil. Y quemarlo en una central eléctrica sigue produciendo muchas más emisiones de gases de efecto invernadero que las fuentes de energía renovables, como la eólica y la solar. Reconociendo esta realidad, la Agencia Internacional de la Energía afirmó en un histórico informe de 2021 que, para alcanzar los objetivos climáticos mundiales, “no es necesario invertir en nuevos yacimientos de carbón, petróleo y gas natural”.
Cuando una empresa propone grandes ampliaciones de su negocio de GNL, puede ser útil averiguar de dónde se extraerá realmente el gas. De este modo, se puede salir al paso de las afirmaciones de las empresas de que la exportación de GNL no tiene un impacto grave sobre el clima.
Por ejemplo, un consorcio de inversores y empresas estatales, entre ellas Shell, PETRONAS, PetroChina, Mitsubishi Corporation y KOGAS, está construyendo un proyecto de exportación de gas de 40.000 millones de dólares en la costa oeste de Columbia Británica, llamado LNG Canada, alegando que el gas natural ayudará al mundo a “hacer la transición hacia un futuro con menos emisiones de carbono”. Sin embargo, el gas procederá de una enorme reserva llamada Montney Play, en el oeste de Canadá, cuyos suministros de gas, si se extraen y queman, podrían liberar casi 14.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que la convertiría en la mayor fuente potencial de nuevas emisiones del país. CBC News hizo de ese dato un tema central de su gran investigación de 2023, “Sentados sobre una bomba de carbono”. La iniciativa “Leave it in the ground” (“Déjalo en el suelo”, o LINGO, por sus siglas en inglés) publicó una lista de 425 de estas “bombas de carbono” en todo el mundo, que puede ser un recurso útil para los periodistas que quieran investigar el impacto climático de proyectos concretos de exportación de gas. Las empresas no respondieron a las solicitudes de entrevista de los periodistas.

Un consorcio de empresas de petróleo y gas está construyendo LNG Canada, una instalación de exportación de gas natural licuado de 40.000 millones de dólares en la costa de Columbia Británica. Podría acabar liberando casi 14.000 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. Imagen: Shutterstock
La señal más clara de una promesa climática creíble es si una empresa ha anunciado planes para reducir o incluso eliminar gradualmente su producción de combustibles fósiles. Los ejemplos de este tipo son escasos, pero no inauditos. En 2009, la empresa energética danesa DONG Energy se fijó el objetivo de pasar el 85% de la energía que generaba de carbón a fuentes de energía renovables para 2040. Gracias a una agresiva inversión en energía eólica marina, la empresa, que pasó a llamarse Ørsted, alcanzó el 86% de energías renovables en 2019, logrando y superando su objetivo 21 años antes de lo previsto.
Algunas empresas han ofrecido un modesto anticipo de cómo podría ser esto en lo que respecta al petróleo y el gas. Shell declaró en 2021 que la producción de petróleo de la empresa disminuiría entre un 1% y un 2% anual tras alcanzar su máximo en 2019, mientras que BP prometió una reducción del 40% en la producción de petróleo y gas para 2030 en comparación con los niveles de 2019.
Recursos y herramientas para que los periodistas analicen las promesas climáticas corporativas
A pesar de la rápida proliferación de planes de emisiones “cero neto” por parte de las empresas de combustibles fósiles en los últimos años, no existe un sistema de calificación universalmente aceptado que pueda certificar qué planes son legítimos y cuáles no. Se trata de una situación potencialmente beneficiosa para las empresas petroleras y de gas, porque pueden hacer promesas ambiciosas sin tener que someterse al mismo escrutinio reglamentario que en el caso de los estados financieros. Sin embargo, se están haciendo esfuerzos para cambiar esta situación con el fin de mejorar la rendición de cuentas. Un equipo del Instituto Salata para el Clima y la Sostenibilidad de la Universidad de Harvard está desarrollando “herramientas y metodologías para evaluar si los objetivos de las empresas conducen a reducciones de emisiones coherentes con los objetivos estadounidenses en materia de gases de efecto invernadero”. Los periodistas podrían ponerse en contacto con el instituto para obtener fuentes para sus artículos, especialmente los centrados en Estados Unidos.
Mientras tanto, existen numerosos informes que ofrecen un marco para evaluar los compromisos corporativos de emisiones cero neto. Un ejemplo es el que publicó MSCI ESG Research en 2021, y que contenía una guía de los componentes clave de los planes creíbles. El plan debe ser exhaustivo, es decir, centrarse en la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero de una empresa. Dado que la gran mayoría de las emisiones de gases de efecto invernadero proceden de la quema de combustibles fósiles en el motor de un vehículo o en una central eléctrica (emisiones de Alcance 3), es poco probable que un plan que sólo cubra las emisiones operativas (Alcance 1 y 2) tenga beneficios sustanciales para el clima. Según la guía, el plan también debe ser ambicioso. Fijar un objetivo para 2050 sin objetivos intermedios significativos parece no superar esa prueba. Además, el plan debe ser viable y basarse en un historial previo de cumplimiento o superación de los objetivos climáticos. Las empresas que fijan objetivos ambiciosos y luego los abandonan años después no inspiran confianza ni a los reguladores ni a los inversores ni al público.
Otro buen recurso es el informe 2022 publicado por el Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre los Compromisos de Emisiones Netas Cero de las Entidades No Estatales convocado por las Naciones Unidas. El grupo celebró decenas de consultas con más de 500 organizaciones de todo el mundo y recibió casi 300 propuestas por escrito. Aunque no se centraba específicamente en las empresas de combustibles fósiles, una de las principales recomendaciones del informe para evaluar las promesas de emisiones netas cero va al corazón del modelo de negocio del petróleo y el gas: “los actores no estatales no pueden pretender ser cero neto mientras siguen construyendo o invirtiendo en nuevos suministros de combustibles fósiles. El carbón, el petróleo y el gas representan más del 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Cero neto es totalmente incompatible con seguir invirtiendo en combustibles fósiles”. El grupo de la ONU también ha publicado un listado cero neto condensado que ofrece orientaciones más específicas. Los planes cero neto deben poner fin a la exploración de nuevas reservas de petróleo y gas, detener la expansión de las reservas existentes y eliminar progresivamente la producción de petróleo y gas. Para fuentes de información sobre evaluación, consulta NewClimate Institute, Carbon Market Watch, Net Zero Tracker, Columbia Center on Sustainable Investment, Climate Action 100+, y la Science Based Targets initiative.
A falta de una metodología reconocida internacionalmente para reconocer y certificar los planes climáticos de las empresas, los periodistas deberían tratar las promesas de reducción de emisiones de la industria del petróleo y el gas como declaraciones aspiracionales, en el mejor de los casos y, en el peor, como intentos deliberados de engañar al público y evitar regulaciones gubernamentales vinculantes. Aun así, los planes climáticos voluntarios anunciados en los últimos años por los grandes productores son útiles para los periodistas. Dado que los líderes del sector han anunciado objetivos de emisiones y plazos concretos, los periodistas disponen ahora de una base de referencia con la que evaluar la contribución de estas empresas a la mitigación del cambio climático.
Utilizando el marco esbozado en este capítulo como punto de partida, tus reportajes pueden ayudar a sacar a la luz las brechas que existen entre las acciones climáticas que las empresas prometen públicamente y las expansiones de petróleo y gas que siguen impulsando agresivamente sobre el terreno. Se trata de una historia urgente sobre la que se puede reportear desde ángulos locales en todo el mundo. Porque, como dijo Catherine McKenna, presidenta del ahora disuelto Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre los Compromisos de Emisiones Netas Cero de las Entidades No Estatales de las Naciones Unidas, “el planeta no puede permitirse retrasos, excusas ni más lavado de imagen verde (greenwashing)”.
Geoff Dembicki es editor jefe global del medio de investigación DeSmog. Es autor de “The Petroleum Papers”, uno de los mejores libros del año según el Washington Post, que se está convirtiendo en una serie dramática para televisión.