Feminismos y periodismo: 10 experiencias de supervivencia
“Confieso que cuando me invitaron a participar de esta charla me sentí un poquito intimidada y otro poco enojada por el título. ¿Por qué una sesión de mujeres periodistas de investigación? ¿Acaso en esta conferencia hay una convocatoria así de periodistas varones”, dijo Alejandra Xanic von Bertrab, periodista mexicana, ganadora de un Pulitzer y cofundadora de Quinto Elemento Lab.
Estábamos en Hamburgo, en el salón enorme y aséptico de una universidad alemana, la HafenCity Universität (HCU), escuchando una sarta de confesiones que no suelen contarse en público. Xanic era la última de las diez oradoras de la charla titulada Estrategias de supervivencia de mujeres periodistas de investigación. Dijo eso después de compartir que todo lo que había escuchado hasta ahí a había “sacudido hasta los huesos. Es sorprendente lo pertinente y cuánto podemos aprender entre nosotras, unas de otras”.
El 99% de las que estábamos ahí sentadas escuchando las lecciones aprendidas de diez mujeres periodistas -lo más multipremiado del periodismo de investigación mundial- éramos también mujeres. Al inicio de la sesión, uno de los poquísimos periodistas que había acudido a la charla amagó con irse cuando miró a su alrededor y creyó que se había equivocado y no debía estar allí. Las reporteras presentes en el auditorio y la moderadora, Sheila Coronel, le pidieron que por favor permaneciera ahí y escuchara, y aplaudieron fuerte hasta convencerlo. La curiosidad periodística sobre qué tenían para decir estas periodistas destacadas acerca de qué desafíos y vivencias depara el oficio a las mujeres aún no ha desembarcado con tanta fuerza en las redacciones. Y si bien ninguna de las que compartieron sus lecciones aprendidas y experiencias eran periodistas de las que escriben sobre feminismos o géneros, sus experiencias reflejaron muchas de las cuestiones que se debaten en esos ámbitos: ataques por ser mujeres, discriminación y hasta la violación por parte de un colega.
Este panel reflejó cuanto queda por trabajar en el interior de las redacciones y también el enorme impacto de las mujeres en la XI Conferencia Global de Periodismo de Investigación (#GIJC19). El encuentro tiene su peso: es la mayor reunión del planeta de periodistas investigatives. Lo convoca GIJN (Global Investigative Journalism Network), una red global de 182 organizaciones dedicadas a reportear en profundidad. Esta edición batió sus propios récords al congregar a finales de septiembre en Hamburgo a 1700 colegas de 130 países. La mayoría de integrantes del comité organizador fueron mujeres. Hubo paridad de género en las charlas y talleres, y servicios de cuidado para quienes quisieran asistir con niñes. El cierre de la Conferencia estuvo a cargo de una periodista, la filipina Maria Ressa, CEO y editora ejecutiva de Rappler, ovacionada por un auditorio que la aplaudió de pie.
Rappler es un medio filipino de noticias, que ha sido atacado por el gobierno de Rodrigo Duterte y por trolls. Patricia Evangelista, una de las reporteras que estuvo en este panel de estrategias de supervivencia fue también ganadora del premio Global Shining Light Award 2019 por sus investigaciones sobre ejecuciones extrajudiciales en la guerra contra las drogas en Filipinas.
Una redacción matriarcal
“Rappler es un matriarcado, una familia donde tus jefas son tías que saben del síndrome premenstrual y del estrés postraumático que generan algunas coberturas. Saben también cuándo necesitas un descanso”. Entre sus estrategias Evangelista destacó que más allá de los estrictos protocolos de seguridad de Rappler, para ella es crucial contar con jefas que combinen la rigurosidad y perspicacia periodística con una fuerte cultura del cuidado y la contención. “Además es un medio con tradición de periodistas mujeres. Vengo de ese linaje, gracias a las periodistas que sobrevivieron a la tortura, a los dictadores y a las amenazas yo puedo puedo estar acá”, expresó.
Aprender a decir que no
“¿Cuál historia prefieren que les cuente? ¿Mi historia de Instagram o la de mi vida real? No vale decir las dos”. Así arrancó su testimonio Miranda Patrucic, una joven y también multimpremiada periodista, con base en Sarajevo, editora del Proyecto de Investigación contra el crimen organizado y la corrupción (Organized Crime & Corruption Reporting Project). “Mi carrera fue rara. Pasé de ser reportera regional a reportera global cubriendo una de las regiones más peligrosas: Asia central. Muchas mujeres se me acercaban y me decían que era una heroína porque era joven y estaba haciendo algo que nadie hacía. Durante mucho tiempo quise vivir como una heroína, una súper-mujer que trabajaba 24 horas al día, que daba charlas y eventos”.
Miranda confesó: en aquellos días de premios y conferencias, cuando estaba sola creía que se desmoronaba. Sentía tanta presión que en un momento ya no podía entender lo que leía. Tuvo ataques de pánico y neumonía. “Sentía que estaba fallando justo en el momento de mayor reconocimiento. Hasta que mi cabeza explotó”, dijo. Tuvo un burnout. No podía recordar el nombre de sus vecinos. “Me llevó un año recuperarme de lo que me había hecho metiéndome tanta presión”. Aprendí que soy humana, aprendí que no puedo decir que sí a todo. Que el día tiene 24 horas y es bueno elegir qué quiero hacer. No puedo ser perfecta…al menos no todo el tiempo”, se rió.
.
Buscar estrategias no machistas de procesar las violencias
“Quiero compartir cómo en México las reporteras aprendimos a cubrir la violencia”, dijo Marcela Turati, cofundadora de Quinto Elemento Lab en México y ganadora de muchísimos premios, entre ellos el LASA Media Award. Hace unos años, cuando la revista donde trabajaba la enviaba a cubrir historias durísimas -madres buscando hijxs desaparecidxs, fosas comunes- ella volvía a la redacción con ganas de hablar de lo que había visto y escuchado, pero también de lo que había provocado en ella. Pronto supo que si sus sus jefes la notaban demasiado “emocional”, la cambiarían a otra sección. Así que hizo lo que casi todxs: ir por las noches con otrxs periodistas a los bares y hablar de esas cosas. Ver llorar cada tanto a un fotógrafx borracho.
“Pero últimamente entre las colegas mujeres ha surgido otra pregunta: por qué no podemos hablar abiertamente de lo que nos pasa y experimentamos cuando cubrimos estos temas?”.
Turati pasó los últimos años mapeando fosas de desaparecidxs para El país de las dos mil fosas, trabajo que resultó ganador del Premio Gabo 2019 (Cobertura). “Después de dos años reporteando con un equipo de mujeres nos dimos cuenta de que todas teníamos pesadillas, o que alguien dejaba de atender los mensajes del teléfono porque se quedaba paralizada. Nos pasaban otras cosas”. Se plantearon la necesidad de hacer algo que les permitiera expresar lo que pasaba en sus vidas a partir de esa investigación.
“Impulsamos un modo de contención entre nosotras. Comenzamos a llamarnos para hablar también de la vida y saber cómo estamos. Le pusimos un deadline emocional al trabajo, porque una de las periodistas estaba embarazada. Pero también, aprendimos cuando alguien necesita un descanso. Fuimos a un Temazcal para empezar con protección. Empezamos a hablar de estos temas, a llorar, a liberar algo de todo esto que acarreamos en el cuerpo, a tejer nuestras redes. Y en una ocasión, convocamos a un chamán”, contó Marcela.
En una de esas ceremonias de limpieza de energías se sumaron colegas varones. “Al final agradeció por haberlo invitado. Había estado meses con insomnio por el peligro con el que convive. “Por fin pude dormir”, me dijo. Las mujeres encontramos otros modos de lidiar con las violencias. Y no son los modos típicos del macho”. La colega mexicana coordina muchos talleres para periodistas y ha empezado a trabajar allí también con estos otros modos no masculinos de abordar el estrés, el dolor y la violencia.
Investigar tu violación hasta lograr Justicia
“Mi historia es un poco diferente. Si bien acá todas investigamos cosas traumáticas, terminé investigando mi propia violación” compartió Shiori Ito, la periodista japonesa y cineasta que en 2015 fue violada por un colega muy reconocido y cercano al primer ministro de ese país, y se convirtió en símbolo del #MeToo. Cuando fue a la policía a hacer la denuncia, le dijeron que estas cosas pasaban todos los días. Tampoco obtuvo respuestas de la Justicia, que en aquel momento desestimó su denuncia. Entonces empezó a grabar todo lo que le decían y a hacer su propia investigación, que publicó en el libro Black Box, hoy traducido a seis idiomas.
“Lo más triste fue que a pesar de tener las evidencias, no pasara nada”. Shiori habló del pacto de silencio y sexismo de los medios en Japón, y contó que recibió ataques y amenazas. Ya no podía trabajar en ese país y empezó a colaborar con medios con base en Londres, donde vive ahora. “Mis editoras en Londres sí me apoyaron muchísimo incluso en el proceso de recuperación del trauma”.
El violador terminó demandándola a ella. Pero en diciembre de 2019 la Justicia civil de Tokio falló a favor de Shiori y consideró que “fue obligada a tener relaciones sexuales sin anticonceptivos, mientras estaba en un estado de inconsciencia y embriaguez severa”. “Mi historia es dura y personal, difícil de enfrentar. Perotenemos la habilidad de investigar y ahí reside nuestro poder”.
Privilegiar temáticas y fuentes
Oriana Zill, productora de CBS News 60 Minutes, de los programas más masivos de la televisión estadounidense, reconoce que tuvo la suerte que no tuvieron otras. Además cuenta con un equipo donde la mitad son productoras. “Me pregunté cómo contribuir a cambiar algo. Y una de las respuestas fue entrevistar a mujeres para balancear que tantas veces los entrevistados son varones. También trato de elegir tópicos que visibilicen temáticas que afectan a las mujeres”.
Oriana contó que se sintió muy interpelada como madre de la situación de lxs niñxs migrantes a partir de la política de “tolerancia cero” del gobierno de Donald Trump. En la frontera, miles son separadxs de sus madres y padres, y quedan solxs, en instituciones que tampoco buscan reunirlos con sus familias. “El gobierno no se está haciendo cargo de ellxs”, enfatizó. Ni siquiera sabíamos cuántos eran”. Una de sus últimas investigaciones documentó sus casos.
No actuar de manera temeraria
Asha Mwilu, periodista de Kenia, fue nombrada en 2016 la mejor periodista de Africa. En esta charla, contó acerca de sus investigaciones y cómo muchas veces desoyó las amenazas y las señales de que podía ser la próxima víctima de la violencia que investigaba. “La mayor lección que aprendí es a no ser temeraria”. Eso significó aprender a decir que no, a pedir una buena paga y a exigir buenas condiciones de seguridad al investigar temas de riesgo. Es muy importante aprender a construir comunidad a tu alrededor. Al final del día está tu vida. La historia es importante pero vos también”.
No dejar que las críticas sexistas se metan bajo de la piel
Minna Knus-Galan, periodista de investigación para la televisión de Finlandia, vive en el país con menos corrupción y mayor igualdad de género del mundo. Y sin embargo, Minna contó que a pesar de las diferencias que puedan existir con las realidades de las mujeres periodistas en México o Filipinas, “tenemos problemas en común”.
En su escritorio, tiene un diagrama que le recuerdan las fases del proceso creativo-periodístico:
Esto es maravilloso Esto es difícil Esto es una mierda Soy una mierda Esto podría estar bien Esto es maravilloso
“Aunque vale para hombres y mujeres, a las mujeres nos sirve más porque siempre somos más escrutadas. Y aún más si nos dedicamos a temas duros, como delitos financieros”. Los altos índices de su país en materia de paridad no le ahorraron que por sus investigaciones del sistema tributario finlandés la acusaran de ser “una reportara buena pero inexperta”, cuando llevaba años trabajando.
“Son simplemente comentarios sexistas. Como cuando a otra colega que hizo una investigación exhaustiva la terminaron criticando en las redes sociales por el tamaño de sus tetas.. En lo personal creo que es bueno a veces poner en la primera línea a otras personas que actúen como amortiguadores, en lugar de responder directamente. No debemos dejar que las críticas sexistas se nos metan bajo la piel”.
Cuidar la salud mental
Juliane Löffler, de BuzzFeed News, contó que hubo una investigación que fue un antes y un después en su oficio: la que le hizo a una persona intersex. Cuando la entrevista estaba cerca de ser publicada, esa persona le dijo que no estaba segura de si quería que esa historia saliera a la luz. Juliane contó que hablaron durante tres horas. Que ella le mostró las fotos y los textos, la convenció. A los 20 minutos de que la historia se publicara, la misma persona llamó para decirle: “Hubiera deseado que esto nunca se hiciera público”. “Fue el momento más amargo que viví en el periodismo. Desde entonces me prometí no volver a presionar a alguien para convencer de hacer una nota si se trata de una minoría vulnerable”.
Juliane también contó que realizó muchas entrevistas para otra investigación a personas abusadas sexualmente. Con una colega hablaron con su jefe y terminaron buscando asistencia psicológica para sobrellevar el estrés que les generaba. “Ahora soy capaz de parar y preguntarme qué necesito para sentirme mejor y continuar? Hago pausas y cada tanto me quedo offline un par de días. Compruebo que nada se detiene. Esto además de dar visión, da un poco de perspectiva también al ego. Además tengo un pequeño jardín en mi casa. Es bueno saber que hay un lugar de pausa al que siempre puedo volver”.
Que la maternidad deje de ser una conversación silenciosa
“Me gustaría hablar con ustedes de algo que no he hablado con otras periodistas, es un tema del que en general no se habla”. Martha Mendoza -ganadora de un Pulitzer, periodista de Associated Press con base en California- panteó lo que definió como una “conversación silenciosa” que surge cuando nos convertimos en madres y estamos haciendo todo el tiempo pequeños ajustes para compatibilizar la crianza de lxs hijxs con las jornadas periodísticas. Muchos de esos ajustes están basados en el compañerismo con otras colegas. Madre de cuatro hijos, contó que muchas veces los llevó con ella a entrevistas, como cuando entrevistó a una directiva de Facebook.
Dedicar tiempo a pensar, escuchar la voz propia y a volver a las calles
Alejandra Xanic von Bertrab, la periodista a la que el título de esta charla la había intimidado, planteó: “No soy madre y para nosotras es difícil balancear, no tenemos que llegar corriendo a nuestras casas, no tenemos hijos. Y eso hace que nuestra conexión con el mundo sea diferente”. Xanic dijo que quienes no tienen hijxs deben buscar de manera intencional algo que no se les da naturalmente: el contacto con las nuevas generaciones. Por
También enfatizó acerca de la necesidad de dedicar el suficiente tiempo a pensar las investigaciones, no sólo a realizarlas, y a aprender a escuchar qué nos dice la propia voz, “a la que a veces no le prestamos atención”. Xanic tiró una hipótesis: a causa de vivir nuestros ciclos, las mujeres tenemos un entrenamiento para entender ciertas cosas. Todas las investigaciones tiene subidas y bajadas, idas y vueltas, hay que saber reconocerlas. Y no dejarse perder entre documentos y oficinas, ahora que tanta parte del trabajo se hace vía internet. Hay que saber aprovechar ciertos tiempos para desconectar, y volver a pisar las calles”.
*Este artículo fue publicado en Agencia Presentes el 30 de enero de 2020 y GIJN lo reproduce con su autorización.
*María Eugenia Ludueña, codirectora de Agencia Presentes, participó a fines de septiembre de 2019 en la Conferencia Global de Periodismo de Investigación (#GIJC19). Y compartió experiencias de este medio en dos charlas: Cobertura de crímenes de odio y grupos extremistas e Investigaciones sobre las que nunca escuchaste hablar.